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Actualizado: 22 de julio de 2025
Si yo pudiera conseguir que se tranquilizase del todo... ¿Por qué está tan inquieto mi marido? Sucede una cosa que puede tener consecuencias graves: el banco Raynaud Hermanos ha quebrado, y el señor Aubry tenía allí una gruesa suma, toda la parte líquida de su fortuna, creo. ¿Es posible? yo no sabía nada... ¿Tú tampoco, Jaime? No, madre, lo sé en este momento ¿ese desastre nos perjudica mucho?
Supe que el ilustre hermano del cautivo le buscaba inquieto y desolado, indagaba en balde su paradero y hasta lamentaba y lloraba su por él imaginada temprana muerte.
Pasó la noche inquieto por esta novedad, despertándose con frecuencia, y apenas hubo empezado á apuntar el alba salió de la Galería, encontrándose con que el profesor Flimnap le aguardaba ya acompañado por dos individuos más del Comité de recibimiento del Hombre-Montaña.
Uno de los presos suplicó que le dejasen descansar porque tenía que hacer una necesidad. ¡El lugar es peligroso! contestó el cabo, mirando inquieto al monte; ¡súlung! ¡Súlung! repitió Mautang. Y silbó la vara. El preso se retorció y le miró con ojos de reproche: ¡Eres más cruel que el mismo español! dijo el preso. Mautang le replicó con otros golpes.
Una vez, mientras Ester contemplaba su propia imagen en los ojos de su hija, como es costumbre en las madres, brilló en ellos esa expresión singular y fantástica; y como las mujeres que viven solitarias y cuyo corazón está inquieto se hallan sujetas á innumerables ilusiones, se imaginó de repente que veía, no su propia imagen en miniatura, sino otra faz que se reflejaba en los ojos negros de Perla.
Hay somnolencia, adormecimiento, cierto estado de embriaguez, de atontamiento con abatimiento moral, y muchas veces, una irritabilidad de los sentidos y del cerebro con aberraciones y delirio inquieto. El aumento de la sensibilidad es momentáneo y precede el estado contrario que antes hemos señalado.
Entonces, un sueño espantoso pasó por mis ojos. Me vi trasladado a los tiempos del colegio. En la puerta de calle vi a Valentina que parecía esperarme. Era el día de su santo. Llegué a su casa, le di el ramo de jazmines que llevaba para ella: me inquietó la presencia de don Camilo en la mesa.
De nuevo volvió a aparecer en lo alto y otra vez tornó a ocultarse, mirando resbalar por delante de sí una legión presurosa de nubes de todas formas y tamaños que volaban a regiones desconocidas. En el espacio de media hora presentose y ocultose un número incalculable de veces, ofreciéndose a los ojos de los viajeros como un navío presto a sumergirse en aquel océano inquieto y tenebroso.
Esta vez todos soltamos la carcajada; pero, mientras atravesaba a mi lado el vestíbulo obscuro, Yolanda me dijo en voz baja, y en tono triste e inquieto: Usted no vendrá más, estoy segura. Así es, señorita respondí francamente.
Al atardecer avanzaban por los caminos, orlados de álamos con inquieto follaje de plata, grupos de muchachas que llevaban su cántaro inmóvil y derecho sobre la cabeza, recordando con su rítmico paso y su figura esbelta á las canéforas griegas. Este desfile daba á la huerta valenciana algo de sabor bíblico.
Palabra del Dia
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