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Actualizado: 25 de julio de 2025
Juan Felshammer lleva un traje muy limpio y cuidado: tiene una linda capa nueva, un poco entreabierta, que deja ver un flamante traje gris; sus cabellos, bien peinados, caen sobre el cuello; hasta se ha afeitado... Pero, a decir verdad, su mirada turbia, por la que pasan resplandores inquietantes, las bolsas bajo los ojos, el horrible color de las mejillas, son tristes síntomas en ese rostro, fresco y juvenil hasta hace poco.
Es triste caravana en el desierto. Nos morimos de sed. Las desazones son inquietantes, como un cuerpo muerto destrozado por garras de leones. De la vida en el áspero camino yo he sido como humilde peregrino que hizo el amor de su ideal un rito; atravesó el desierto con mis penas, y he quemado mis pies en sus arenas en un ansia infinita de infinito.
Estas palabras causaron un frío singular en el corazón de Reynoso. Vagamente adivinó una desgracia mayor que la enfermedad, mayor que la muerte misma, y quedó paralizado sin osar decir otra palabra. Siguió dócilmente a sus amigos, cuyas caras largas, contristadas, eran aún más inquietantes que las palabras de Tristán. Fuera de la estación les esperaba el landau de Escudero.
Los buhoneros, los carreteros, los caldereros, toda esa población flotante que va continuamente de la sierra al llano y del llano a la sierra, llevaban día por día, de Alsacia y de las orillas del Rin, una porción de noticias inquietantes: «Las plazas decían tales gentes se preparan para la defensa; se busca trigo y carne para aprovisionarlas; las carreteras de Metz, Nancy, Huningue y Estrasburgo se ven surcadas de convoyes.
En las altas horas las sombrastejen torbellinos de alucinación en torno a mis pobres ojos, que se emborrachan de misterio. La Musa de la Noche adquiere corporeidad para mí y se apoya en mi brazo, en mis sonámbulas paseatas por la ciudad desierta, que tiene algo de cementerio, con sus balcones cerrados, como nichos inquietantes.
Pero aunque esta promesa bárbara fuese muy del gusto de Ra-Ra, éste protestó, sacando la cabeza imprudentemente por el borde del bolsillo. Lo creo oportuno dijo el pigmeo , pero dentro de algún tiempo. Ahora es inútil. Hay que esperar nuestra Revolución, cada vez más próxima. Mientras tanto, Flimnap corría las calles de la capital, enterándose de una serie de noticias muy inquietantes para él.
Su cabellera de aurora, su andar majestuoso, el perfume que iban sembrando sus pasos, el brillo de un diamante en su diestra desenguantada, hicieron detenerse á sus espaldas á cuatro hombres morenos, de robustez cuadrada y rostros inquietantes, que se consultaron con voces roncas de ebrio.
Por medio, pues, de Lucía penetraba aún el Comendador en el espíritu de aquel ser querido y comunicaba algo con él. Las nuevas que Lucía le daba eran en substancia siempre las mismas, si bien más inquietantes cada vez.
Asunto concluido; no había ya para qué buscar. La cabeza baja, el rostro oculto entre las manos, permaneció inmóvil largo rato ante su diario devastado. La habitación estaba mal alumbrada por una bujía no había tenido tiempo de encender la lámpara y llena de sombras negras, inquietantes. En las habitaciones próximas jugaban los niños, gritando y riendo.
Estas apenas me intimidaban; pero al entrar en la clase de las mayores sentíme súbitamente desorientado, como si penetrara en un país desconocido, habitado por seres inquietantes; había allí, en esta clase, un extraño perfume, formado por mil perfumes; un aroma que se me subía a la cabeza.
Palabra del Dia
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