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Actualizado: 6 de julio de 2025
Belarmino, como si le hubieran aplicado una corriente eléctrica, saltó sobre el asiento. Palideció mortalmente. En torno a los ojos se le abrió ancho y profundo foso de sombra; las pupilas se le desvariaron, abrasadas y resplandecientes. Proseguía la voz, en un curso homogéneo, estridente, seguro, inexorable.
Al inexorable mandato acudió inquieto y receloso Pierrepont, porque bien, le decía su claro instinto que su tía iba a ponerlo, sin escape alguno, entre la espada y la pared. ¡Amigo mío! rompió la baronesa con aire de triunfo , me parece de más preguntarte si te has decidido.
Esta ira, consejera tremenda, tal vez los ha persuadido de que era menester que los pueblos sudaran sangre bajo la presión divina, y ha traído a sus encarnizados ojos la visión de Isaías; y han visto y han hecho ver a sus secuaces fanáticos al manso Cordero convertido en vengador inexorable, descendiendo de la cumbre de Edón, soberbio con la muchedumbre de su fuerza, pisoteando a las naciones como el pisador pisa las uvas en el lagar, y con la vestimenta levantada, y cubierto de sangre hasta los muslos. ¡Ah no, Dios mío!
Ocupan el mismo lugar, en donde la abandonó la vez primera, al pie de la ciudadela morisca de Benamejí. Fuera de sí por su equivocación, maltrata á la desventurada, y se propone abandonarla de nuevo. Dorotea se lamenta y procura mover su compasión; pero el inexorable libertino toma una resolución aún más horrible, y llama á los moros para venderles la mísera seducida.
De estos pensamientos opuestos salía por fin resignado a la realidad inexorable, dispuesto a reconocer que si la pobre muerta no había sido tan bella como la amorosa fantasía la había pintado, tampoco había sido tan mala como él la veía en el rencor del abandono. Pero, no obstante, se sentía mortificado y dolorido. El tener que renunciar a la perfección imaginada le hacía mucho daño.
Nueve años duró su prisión, y bien se alcanza que si resultaran culpables, no perdiera la ocasión de castigarles el inexorable Felipe II; pero salieron libres en 1580 por mandamiento del mismo rey.
Tapón, inexorable, resolvió convertirla en ministro de sus venganzas; cogió un fino papel de seda, escribió en él: «¡Muera el padre Bonnet!», y retorciéndole muy bien una puntita, clavólo por detrás a la prisionera. Abrió luego la mano y la mosca echó a volar, arrastrando la larga cola, a modo de ave del paraíso.
El intento, si se realizaba, costaría un sentido; pero ¿qué tenía que ver ella con ese prosaico y vulgar detalle? ¿No era rica? ¿No daban sus caudales para todo? ¿No era el intento noble y, amén de noble, impuesto por la ley inexorable... «de las cosas»? Pues habría teatro doméstico, y lindo y elegante, como el mejor de su especie; y para lograrlo así y lo más pronto posible, conferenciaba a menudo con el mismo arquitecto que le había trazado y dirigido las obras de su casa, y con su hija para la formación, digámoslo así, de la troupe aristocrática que había de debutar en él, a más tardar en la próxima noche de Año Nuevo.
Tan triste suerte, tan vil paradero ha tocado á ilustres fundaciones con que Sevilla se enorgullecía; y toda la diligencia de historiadores y cronistas para dar vida á alguno de sus monumentos, perdidos hoy, ha resultado insuficiente, cuando no esteril por completo, pues, la destrucción inexorable no ha consentido que permanezcan, ni aun leves vestigios de aquellas glorias del arte ó de la historia.
Profesaba, sí, la moral cristiana; y en cuanto a los destinos del hombre, creía en una ley divina, en un fallo inexorable.
Palabra del Dia
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