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Actualizado: 29 de junio de 2025
Cuando al talento, la ilustración y la elocuencia siguió Laguardia sin mirar hacia él y dirigiéndose siempre a Mario une además la modestia, entonces cualquiera puede decir: «Ese muchacho está llamado por Dios para algo grande, para ser un baluarte de la fe y combatir los perniciosos errores que andan esparcidos por el mundo.» Los que tenemos la dicha de mantenernos firmes en medio de la tempestad, los que flotamos por la gracia de Dios en este mar de la incredulidad, tenemos el deber de ayudarle.
Es un palacio con una cúpula, donde dan recetas para que la gente rica pueda hablar bien. El comisario se incorporó en su sillón, impulsado por la sorpresa. Aquel taller de sabios á la orilla del Sena era sin duda la Academia Francesa; la casa de la cúpula, el Instituto; y el tal Anatole no podía ser otro que Anatole France. ¿Pero existe el tío Crainqueville? preguntó con incredulidad.
24 Y luego el padre del muchacho dijo clamando con lágrimas: Creo, Señor, ayuda a mi incredulidad. 25 Cuando Jesús vio que la multitud concurría, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él. 27 Pero Jesús tomándole de la mano, le enderezó; y se levantó.
11 conforme al Evangelio de la gloria del Dios bienaventurado, el cual a mí me ha sido encargado. 12 Y doy gracias al que me fortificó, a Cristo Jesús, señor nuestro, de que me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio; 13 habiendo sido antes blasfemo y perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia, porque lo hice con ignorancia en incredulidad.
Jaime paseó los ojos por el interior de la torre, sonriendo de su miseria. ¡Pero si soy un pobre, Pep ¡Si tú eres rico comparado conmigo! ¿A qué recordar mi familia, si vivo de tu apoyo?... Si me despidieras, no sé adonde podría ir. El gesto de incredulidad con que Pep acogía siempre estas afirmaciones humildes volvió a aparecer.
Don Fermín soltó la pluma y dejó caer la cabeza sobre las manos. «Ignoraba lo que tenía, pero no podía escribir. ¿Sería el asunto? Acaso no estaría él aquella mañana para tratar materia tan sublime. ¡La infalibilidad! Terrible, pero valentísimo dogma: un desafío formidable de la fe, rodeada por la incredulidad de un siglo que se ríe.
Don Marcos se aferraba á esta palabra para mantener su incredulidad. Aquel pueblo estaba acostumbrado á realizar cosas enormes; todo lo veía en grande: ciudades, edificios, industrias, riquezas, pero luego lo aumentaba considerablemente al anunciarlo y describirlo.
Tan inaudito resultaba esto para el pobre tío Barret, que sonrió con incredulidad. Eso podría ser para los tramposos, para los que no han pagado nunca; pero él, que siempre había cumplido, que nació allí mismo, que sólo debía un año de arrendamiento... ¡quiá! ¡Ni que viviera uno entre salvajes, sin caridad ni religión!
Qué, ¿te ha caído la lotería? No es eso... ¿Para qué quiero yo loterías? Ni falta... Es mucho más que eso, porque he encontrado lo que buscaba. Ya le dije a usted que estaba pensando, que sólo me faltaba una fórmula para completar... ¡La combinación!... Pues qué, ¿has encontrado la panacea? expresó la tía con incredulidad.
He tratado de desengañarle; pero ha sido predicar en desierto. Cuando le hablo en razón, se sonríe con cierto aire de incredulidad, acariciando sus enormes bigotes.
Palabra del Dia
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