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Actualizado: 4 de mayo de 2025
Este era el tono de todos los corrillos y de todas las conversaciones, hasta que, por último, para salir de dudas, se resolvió mandar á Lucban, de riguroso incógnito, á una picaresca y lista mestiza, que era quien las capitaneaba.
Dejémosles envueltos en el velo de su discreto incógnito, y oigamos a Fernández, que desbordándose de su propio ser, a causa de la exorbitante hinchazón de su orgulloso júbilo, iba contando lo que oyera, sin dejar de aderezar sus relatos con la sal y pimienta de la hipérbole. Pues en Andalucía dijo , en Andalucía..., ya saben ustedes dónde está Andalucía; como si dijéramos en Cádiz..., pues.
Quiero gustar por primera vez en mi vida la dulzura del silencio, de la inmovilidad, del incógnito: no ser nadie, que nadie me conozca; no inspirar simpatías ni miedo. Quisiera ser una estatua de esa portada, una pilastra de la catedral, algo inmóvil, sobre cuya superficie resbalasen el tiempo, las alegrías y las tristezas, sin causar estremecimientos ni emociones.
¿Y venís á preguntarme sin duda, á cuál de vuestros parientes?... ¿Qué? Ni por pienso; si me heredan será porque yo no puedo hacer otra cosa. Pues no veo el medio de evitar... ¿Tenéis algún hijo incógnito?...
Su vida externa, el curso y movimiento de su vida social, era al modo de una rueda dentada, en engranaje con otras; esta rueda cada día realizaba mecánicamente una vuelta completa, entreverando sus dientes con los dientes de las demás ruedas, siempre los mismos y siempre de la propia forma y disposición, y de suerte que no cabía averiguar si ella hacía girar a las otras o las otras le hacían girar a ella, o si la una y las otras rodaban con regularidad a impulsos de un mecanismo incógnito y enorme.
También consultaba á éstos para saber si sería feliz, y sobre todo si la amarían mucho, aunque sin decir nunca quién debía amarla. Otras veces preguntaba al trípode, con una ansiedad de celosa, lo que estaría haciendo á aquellas horas un personaje incógnito cuyo nombre no se atrevía á pronunciar, pero que unos meses era moreno y otros meses rubio. Ella y el velador se entendían.
Y, en efecto, Dios, compadecido, permitió que don César y la mayor parte de los jóvenes que con él fueron desterrados a las islas Canarias, se fugasen en un vapor extranjero y volviesen de incógnito a su patria, ocultándose en las casas de los amigos fieles y valerosos.
Si cualquier pelafustán compatriota de Poldy podía poseer su imagen, ¿qué atrevimiento ni qué falta de decoro habría en enviársela por medio del pájaro zancudo al poeta incógnito, que no podía menos de ser príncipe, nababo, brahaman o chatria, allá en la tierra de Rama y de Sita, de Nal y de Damayanti?
»En la mañana siguiente partí para Sevilla: el camino estaba lleno de viajeros de a pie, de a caballo y en litera. En la última casa de postas no me pudieron proporcionar mulas para mi carruaje; solamente había cuatro y estaban tomadas por un gran personaje que viajaba de incógnito. Fue necesario detenerme.
Dando resoplidos de pura satisfacción don Silvestre, y recitando su amigo los más tiernos idilios que recordaba á la vista de los fantásticos paisajes que descubría á cada paso, llegaron ambos al solariego albergue de los Seturas, donde los dejaremos descansar un largo rato: al de Madrid, entre sus bucólicas ilusiones y bajo el incógnito más rigoroso, y al otro, bajo la impresión de sus recientes desengaños, y, por lo mismo, más satisfecho que nunca al verse dentro de las recias y ahumadas paredes de su casa.
Palabra del Dia
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