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Actualizado: 14 de junio de 2025


Sería, sin duda, el mejor medio de excitar la sensibilidad latente que, no quería dudarlo, debía haber en él. Con el espíritu lleno de estas ideas, se dirigió al cuarto de su padre; pero, cuando estuvo a su lado, todas sus preocupaciones desaparecieron ante el sentimiento, punzante como un dolor físico, de su impotencia para cuidar al querido enfermo.

Mucho tiene que sufrir la virtud; pero si no tuviera que sufrir ¿sería virtud? ¿Qué mérito tendría? Y sin duda que la piedra de toque, en que se aquilata y contrasta el sufrimiento, es esta duda en que deja el virtuoso a los demás hombres acerca de si su virtud es tontería, impotencia o amilanamiento y poquedad de espíritu. Hombres hay que no resisten a esta prueba.

Había previsto el inevitable porvenir; lógica, fatalmente, el resultado tenía que ser éste: «Día llegará en que usted me juzgue como yo misma me juzgo ahora.» ¿No había sucedido aquello casi en vida de la infeliz? ¿No era verdad que el día en que por última vez se encontraron, cuando ella le habló del hombre con quien estaba ligada y quería que siguiera siendo suya, el ímpetu de su odio contra Zakunine y la insufrible idea de la impotencia de su propio amor lo habían casi sublevado contra ella?...

La consideración de su impotencia casi le hizo llorar. Influenciado por su nueva amistad con Gurdilo, sólo veía en este personaje el remedio de sus preocupaciones. ¡Si ocupase el gobierno nuestro gran orador!... A continuación se mostraba pesimista. El gobierno actual es más fuerte que nunca. ¿Quién puede derribarlo? No será ciertamente Ra-Ra y los dementes que le siguen.

Entré en mi casa menos contristado por la impresión de las secretas llagas que había tenido ocasión de ver, que humillado de mismo, por mi impotencia para llegar a nada práctico. Hallé a Oliverio esperándome; estaba cansado y aburrido. Vengo de casa de Agustín le dije.

Se le figuró que aquellos dos se reían, se burlaban de su impotencia; le vino á la memoria lo que él había dicho «no los cederé sino al que los regase con su sangre y enterrase en ellos á su mujer y á su hija»...

En su impotencia, el gobierno hacía alardes de vigor en las personas que le parecían sospechosas, para que, á fuerza de crueldad, los pueblos no conociesen su flaco, el miedo que dictaba tales medidas.

Casi iban a reñir, con la furia de sus opiniones encontradas y su rivalidad amorosa, cuando el Cantó distrajo su atención. Se había librado del tamboril incrustado en su cabeza y se limpiaba la sangre de la frente. Lloraba con la rabia del débil enfurecido, capaz de las mayores venganzas, pero que se siente al mismo tiempo esclavo de su impotencia. ¡A ! ¡a ! gemía asombrado de este ataque.

Detrás de su voz quejumbrosa adivinó la resuelta voluntad de mantener á su lado á aquel joven que refrescaba sus sentimientos maternales y era á la vez un consuelo para el remordimiento que se había forjado. La consideración de su impotencia acabó por irritarle, haciéndole sentir un cruel deseo de molestar á aquella mujer. Haces mal, Alicia. El mundo ignora tu secreto.

El medio más sencillo de desvanecer aquellos temores y dejar en la impotencia a los parientes de su esposa, era que ésta hiciese testamento a su favor. El duque lo encontró naturalísimo. En la conferencia que iba a tener con ella, se lo propondría del modo más diplomático que le fuera posible, a fin de no alarmarla respecto a su enfermedad.

Palabra del Dia

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