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Tanto puede el tenaz recuerdo de la tierra donde se ha nacido aun en aquellos que menos lo imaginan. Nada escribe Pacheco sobre si en Nápoles trabó su yerno amistad con Ribera.

Si desde el principio hubieras hablado conmigo... añadió el Delfín muy cariñoso . Pero aquí tienes el resultado de tus tapujos... ¡Ah, las mujeres!, todas ellas tienen una novela en la cabeza, y cuando lo que imaginan no aparece en la vida, que es lo más común, sacan su composicioncita. Estaba la infeliz tan turbada que no sabía qué decir: «Ese José Izquierdo...». Es un tunante.

De donde se viene á colegir que tan bribones i tan perversos eran los fariseos como los inquisidores. Tomen ejemplo los que imaginan que solo las persecuciones pueden reducir al gremio de la iglesia á los que anden desviados de ella, en lo acaecido en España con el tribunal del Santo Oficio.

Estos son los enemigos constantes del nombre de Cristo: estos los que imaginan borrarlo de la haz de la tierra: estos los que procuran, por todos los caminos que se presentan á sus ojos, la destruccion del pueblo cristiano. ¡Generacion infeliz! vas á desaparecer de la tierra, dejando á tus hijos sujetos á la cautividad de aquellos que no dudaron en crucificar á su Dios! ¿Qué amor, qué piedad, qué regalo podrán esperar de estos tan crueles verdugos? ¡Maldita sea la hora en que tales viboras comenzaron á habitar entre nosotros! ¡Maldito el instante en que consentimos los nidos de estas aves de rapiña cerca de nuestras casas; porque así todo cuanto nos roban, con mas facilidad esconden de nuestras miradas!

Innumerables veces se había representado escenas de martirio de las cuales era protagonista y en las que siempre salía vencedora: bien así como muchos hombres aficionados a las peleas se imaginan luchar con una docena de campeones y hacerlos correr ignominiosamente, y otros enamorados de la oratoria se representan dirigiendo su voz a las muchedumbres, conmoviéndolas y arrastrándolas a su talante. ¡Con cuánta admiración había leído la fuga de la santa doncella de Mérida desde la casa de campo de sus padres hasta la ciudad, donde se presentó voluntariamente ante el gobernador Calfurniano a confesar su fe y a pedir el martirio!

Cuando son obligados á cortar algún árbol viejo ó á no guardar las prácticas y ceremonias que ellos imaginan ser del agrado de los nonos, se excusan con ellos diciendo tres veces en alta voz que el padre se lo mandó, y que no es voluntad suya, faltar á sus respetos.

Con ellos dan pábulo á su falsa religion y aumentan el número de los ilusos cenobitas que huyen los placeres y se imaginan hallar la felicidad en el propio sacrificio.

Así imaginan ambos mil poesías, aunque informes, bellas, sobre todos los misterios de nuestra religión y artículos de nuestra fe. Inmensa es la devoción que tienen a María Santísima, Señora nuestra, y yo me quedo absorto de ver cómo saben enlazar la idea o el concepto popular de la Virgen con algunos de los más remontados pensamientos teológicos.

La mesa y el cuarto en general atraían a Perucho con el encanto que posee para la niñez lo desordenado y revuelto, los sitios en que se acumulan muchas cosas variadas, pues imaginan ellos que cada montón de objetos es un mundo desconocido, un depósito de tesoros inestimables.

La confusion, el miedo, el sobresalto Les turba los sentidos, que imaginan Que desta á la otra vida es grande el salto. Con ningun medio ni remedio atinan; Pero creyendo dilatar su muerte Algun tanto á nadar se determinan. Saltan muchos al mar de aquella suerte, Que al charco de la orilla saltan ranas Quando el miedo, ó el ruido las advierte.