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Actualizado: 5 de junio de 2025
Nosotros habiamos salido de casa para almorzar: íbamos, pues, en traje de almuerzo, y nuestro aliño no podia sostener con honra la aspiracion de comprar chales de cinco mil y pico de francos; ó sea una cantidad casi superior á la que nosotros teniamos en Paris.
Imaginémonos ahora que está lloviendo, desde hace ocho días, pero del Noroeste, con temporal recio afuera. Tío Tremontorio, ¿ha visto por la banda del Norte cómo se va poniendo? Hay tremolina armá pa unos días.... Esta madrugá abrió un poco el ojo el Nordeste y pensé que íbamos á salir mañana á la mar; pero se ha corrío otra vez al vendaval y con un carís peor que el tuyo.
Mientras conversábamos de esta suerte íbamos caminando sosegadamente por las calles. Para evitar el encuentro con cualquier pariente ó conocido de la niña, procuré seguir las menos principales. Su charla era un gorjeo dulce, insinuante, que me conmovía y refrescaba el corazón.
Bajo esa bóveda, junto al borde del agua, conocía desde mi infancia más de un escondrijo, donde me pasaba las horas enteras, leyendo o soñando, mientras mi caballo, un poco más arriba, pacía tranquilamente en el bosque. Y como esta vez íbamos lentamente, por entre los troncos de árbol, se me ocurrió hacerle conocer uno de mis retiros. Quiero bajar le grité, ven a ayudarme a echar pie a tierra.
Sí, señor, pero íbamos a visitar al Pollo. El hombre se les quedó mirando con respeto. ¿Son ustedes, por casualidad, de la Audiencia? Los sabios quedaron un poco embarazados. Al cabo Moreno dijo: No, señor; somos antropólogos. El hombre les contempló con gran sorpresa y mayor respeto aún. No sabía qué era aquello, pero calculaba que debía de estar relacionado de cerca con el gobierno.
A cambio de los negros daban fusíles, pólvora, instrumentos de hierro y brazaletes de latón y de cristal. Embarcábamos doscientos o doscientos cincuenta negros entre hombres, mujeres y chicos, y aprovechando los alisios del sudeste, íbamos casi siempre al Brasil. Allí vendíamos el saldo entero. Luego, el comerciante negociaba al por menor.
El año pasado no hacía falta el entusiasmo; como que la facción era poca y el peligro ninguno, nos íbamos bandeando sin entusiasmo y sin espíritu público; y luego, que entonces estaba la anarquía cosida siempre a los autos del entusiasmo, y ahora ya no.
Trescientos escopeteros, que habían salido Dios sabe de dónde, eran capitaneados por el presbítero D. Ramón de Argote. ¿No es verdad que hubiera estado mejor diciendo misa? A caballo éramos tres mil, fuerza no muy grande si se considera que íbamos a operar en país entrellano y contra jinetes muy aguerridos; pero, en cambio, nuestra artillería era de primer orden.
Jefes y soldados íbamos con gran dolor de corazón a cantar nuestra canción de las habichuelas a la pequeña garita del señor cura. Después de maldecir de la alimentación leguminosa y de la alimentación patatosa, habló del resto del viaje.
Después de dar un vistazo general a todos aquellos característicos accesorios, cuadras y gallineros inclusive, de la mansión del caballero a quien íbamos a visitar, y siempre bajo la dirección de Neluco, seguíle yo estragal adentro y escalera arriba, y así llegamos a la pieza que podía llamarse estrado o salón de recibir, amplia, con luces a un gran balcón de hierro, de viguetería descubierta y suelo de recias tablas de castaño.
Palabra del Dia
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