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Actualizado: 5 de septiembre de 2025
Jamás un hombre fué mejor comprendido que lo fuí yo; y era de verse, el primer año, como hombres, mujeres, ancianos y niños, a porfía, cambiaban el aspecto de sus casas, ensanchaban sus corrales, plantaban árboles en sus huertos, y aprovechaban hasta los más humildes rincones de tierra vegetal para sembrar allí las más hermosas flores y las más raras hortalizas.
¡No! la libertad es lo que os mandó Cristo que predicarais; la democracia es eso que os ha permitido a vosotros, clérigos y frailes, nacidos entre los más humildes, escalar los puestos más altos del mundo. Pues Mendizábal fue un ladrón. Esa es una majadería que no tiene nada que ver con lo que hablamos.
16 Mejor es adquirir sabiduría que oro preciado; y adquirir inteligencia vale más que la plata. 19 Mejor es humillar el espíritu con los humildes, que partir despojos con los soberbios. 20 El entendido en la palabra, hallará el bien; y bienaventurado el que confía en el SE
Agrúpanse desordenadamente al pie del peñasco las humildes casuchas con techo de pizarra ó de cáñamo, del antiguo lugar esclavizado.
Y tomando Salvador el libro, abrióle al azar y leyó: «Si me oyeres y siguieres mi voz podrás gozar de mucha paz.... Mi paz está entre los humildes y mansos de corazón....»
Los ventisqueros, los torrentes y los ríos que bajan de las alturas para llevar á las tierras los benéficos aluviones, son también seres animados, dioses y diosas secundarios que ponen á los humildes mortales de las llanuras en relación indirecta con las divinidades supremas que reinan por encima de las nubes en el espacio luminoso.
El cristianismo, religión de humildes, había reconocido á todos los seres el derecho á la felicidad, pero esta felicidad la colocaba en el cielo, lejos de este mundo «valle de lágrimas». La Revolución y sus herederos los socialistas ponían la felicidad en las realidades inmediatas de la tierra, lo mismo que los antiguos, y hacían partícipes de ella á todos los hombres, lo mismo que los cristianos.
Apenas ve el Rey á Ana, reconoce en ella aquella misma visión que ha barrido sus creencias católicas. Arrebatado y confuso se aproxima á ella, enamorándole aún más sus palabras humildes é hipócritas. El astuto Cardenal observa á su señor y á Ana.
Es posible que las reflexiones que anteceden se consideren como la expresión de un espíritu incapaz de apreciar ni comprender siquiera el primor, la pompa, el pensamiento profundo y la fuerza de la novela contemporánea. Sé que mis humildes observaciones en nada influirán para modificar el gusto dominante.
Para nuestro señor y dueño Ogul, cuyo palacio estais viendo á orillas del rio, y al cabo de este prado, que somos sus mas humildes esclavas.
Palabra del Dia
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