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Actualizado: 25 de junio de 2025
Los demás, incluso D.ª Eloisa, alzaron la cabeza con curiosidad. ¿Quién era? Su cuñada Joaquina gritó más que dijo el ex-gobernador interino de Tarragona, como si anunciara el juicio final. Profundo estupor en toda la tertulia. ¡Mi cuñada! exclamó. Su misma cuñada confirmó D. Peregrín con trompeteo horrísono. ¡No puede ser! dijo D.ª Eloisa. ¡No puede ser! exclamó su marido, suspendiendo el juego.
Fermín, por respeto y por asco obedecía, y cuando el estrépito era horrísono, tapaba los oídos y procuraba enfrascarse en el trabajo hasta olvidar lo que pasaba detrás de aquellas tablas, en la taberna. Algo más que las reyertas entre los parroquianos ocultaba Paula a su hijo.
Ya no forraba el martillo con bayeta, no, el hierro chocaba contra el hierro, el estrépito era horrísono. «Allí era él el amo, prueba de ello que su mujer había ido al baile: se había acabado el Paraguay, no más misticismo; una prudente piedad heredada de nuestros mayores y basta y sobra.
¡Una palomita! exclamó D. Jeremías sonriendo sarcásticamente. ¡Una palomita!... ¡Un raposo! profirió con grito horrísono. Un raposo a quien hay que cortar las orejas, a quien hay que desollar vivo. Y comenzó de nuevo a dar paseos agitados lanzando al mismo tiempo tremendas imprecaciones. Al fin se dejó caer en una silla y se puso a contar lo que le pasaba. No era eso lo peor.
Armados, pues, de cuantos instrumentos ruidosos pudieron haber, con grandes trasparentes, donde aparecían pintadas las mismas grotescas figuras de la carroza con bestiales leyendas debajo, y teas en las manos, se congregaron más de trescientos muchachos en Altavilla, y alrededor de ellos media población que los alentaba con sus carcajadas. El estruendo era horrísono.
Las familias más importantes acostumbraban a entrar en aquellos palcos fementidos después de abierto el telón, con la misma solemnidad que si penetrasen en una platea del teatro Real, y por de contado con mucho más ruido. No es posible figurarse bien el horrísono traquido que daba aquel respaldo al ser empujado y aquel asiento al dejarlo caer con ánimo de llamar la atención.
Todos levantaron al mismo tiempo la cabeza al escuchar en la calle un trompeteo horrísono. Era la orquesta de Lancia que al fin había llegado. El Faro dedicó casi todo su número del jueves a cantar ditirambos al duque de Tornos.
Cuando se hallaba más extasiado, dejando resbalar por la garganta alguna complicada fioritura o fermata, un mugido horrísono se la estropeaba sin piedad, dejándole perdido y anegado para un buen rato. Volvía a sacar la cabeza el fabricante con una nota tierna y de efecto seguro... ¡Zas!, el órgano, como una fiera encarnizada, caía sobre ella y la desbarataba.
Sí, verdad es... pero ¿no podría ir Pepe con algún criado... con Anselmo...? Usted va a mojarse el balandrán... y la sotana.... ¡Al monte! ¡don Víctor, al monte! rugió el Provisor. Y la voz terrible fue apagada por un trueno más horrísono que los anteriores. Señores dijo Ripamilán que estaba escondido en una alcoba . No se apuren ustedes, los chicos deben de estar a techo.
Palabra del Dia
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