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Actualizado: 6 de mayo de 2025
Muchas veces las honradas esposas, no considerándose dignas de tan singular adoración, se miraban a todas partes, y preguntaban a los que estaban a su lado si por casualidad tenían algún tizne en la cara, o llevaban enredado en el pelo cualquier hilacho. Periquito era incansable, y tomaba estos asuntos con la seriedad que merecían.
Y, ¡Jesús!, yo no sé qué gente es aquélla tan desalmada y tan sin conciencia, que por no mirar a un hombre honrado, le dejan que se muera, o que se vuelva loco. Yo no sé para qué es tanto melindre: si lo hacen de honradas, cásense con ellos, que ellos no desean otra cosa. -Calla, niña -dijo la ventera-, que parece que sabes mucho destas cosas, y no está bien a las doncellas saber ni hablar tanto.
Me parece que no. ¿Lo duda usted? Sí. ¿Y quiere usted decirme por qué no me mataré yo? Porque eso sería un gran placer para tres o cuatro honradas personas que yo conozco. Adiós, señora. Aun no se había cerrado la puerta tras el doctor, cuando le Tas salió de una habitación inmediata en compañía de Mantoux. EL PU
Me parece a mí, señor repuso el caminante, que sólo vagamente había comprendido las palabras de D. Pantaleón, que si a esos niños se les educara con cariño serían personas honradas. Yo conozco al mayor, y parece muy humilde el pobrecillo. Sería inútil, créame usted. Hoy se ha adelantado mucho en esa materia.
Usted tiene un hermano que está en relaciones amorosas, honradas, por supuesto, con una señorita, casi parienta mía, que se llama María Paz de Ágreda... No lo sabía... o, mejor dicho, ignoraba quién era ella. Yo, en cambio, sé mucho más. El padre de esa señorita es un caballero bastante rico, que, por cierto, no ha educado a la niña como debiera; pero esto no hace al caso.
Y si tenía la tal inclinaciones honradas, y buen síntoma de honradez era el ser tan económica, ¿quién cargaba con la responsabilidad de atajarla en el camino de la reforma? Doña Lupe empezó a llenarse de escrúpulos.
Para censurarla había que ser consecuente y hablar mal también del ferrocarril, del teléfono y de todas las conquistas del progreso. Podía esperar sentado a que todas las personas honradas se coligasen, según él decía, para acabar con los negocios bursátiles.
La vida de familia, el ambiente del hogar, el apego a los hijos, la atención esclava del detalle doméstico, y Dios en el corazón más que en la lengua... Este era todo el saber, toda la ciencia que daba por fruto en los matrimonios hombres útiles y mujeres honradas.
Aquí miró a todas partes con gran misterio el que había traído la noticia, y las cinco señoras alargaron las cabezas y abrieron las orejas con curiosidad intensísima. Pues dice..., dice... que se propone recibir a... mujeres honradas...
El Nacional renunció a las más altas glorias de la tauromaquia. Banderillero nada más. Se resignaba a ser un jornalero de su arte, sirviendo a otros más jóvenes, para ganar un pobre sueldo de peón con que mantener a la familia y hacer ahorrillos que le permitiesen establecer una pequeña industria. Su bondad y sus honradas costumbres eran proverbiales entre la gente de coleta.
Palabra del Dia
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