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Actualizado: 30 de junio de 2025
Lo que yo cavilo es ¿qué cuenta le tendrá al raposo de Primitivo esta diputación del amo?... Ahora se aprovecha de dos cosas: lo que le pilla como hipoteca y lo que le mama corriendo con los gastos electorales y presentándole luego, como usted me enseña, las cuentas del Gran Capitán.... Pero si vencen y me hacen diputado a mi señor don Pedro, y éste vuela para Madrí, y allí pide cuartos por otro lado, que sí pedirá, y abre el ojo para ver las picardías de su mayordomo, y no se vuelve a acordar de la moza ni del chiquillo..., entonces....
El gobernador le interrumpió: Con permiso de usted lo diré yo mismo. ¿Qué cuenta le tiene a ese galopín prestarle a su amo los miles de duros que tan trabajosamente le ha cogido? ¡Me caso!... votó el secretario . Los miles de duros, como usted me enseña, no se prestan sin hipoteca, sin garantías de una clás o de otra, y el Primitivo no ha nacido en el año de los tontos.
Yo lo sé todo, Manuela. No conservas un campo de los que heredaste de papá que no tenga la correspondiente hipoteca. El dinero de tus arrendatarios se va todo en intereses.
»Por otra parte, los bienes de mi hijo Roberto están también cargados de deudas; efectivamente, ha tenido que pagar fuertes sumas para desinteresar a sus hermanos y hermanas, y además nosotros hemos conservado sobre la propiedad una hipoteca cuyos intereses nos hacen vivir, lo mismo que a mis otros hijos.
Creyendo que esas resistencias son la capa con que se encubre para hacer su juego a mansalva. Ponderando mucho las dificultades, se justifican las innecesarias hipotecas, que han sido vuestra ruina y la de todos los perdularios. Para obtener cuatro en el momento, se hipoteca una cosa que vale doce o diez y seis. Esto es lo que se buscaba.
Que me dejéis en paz y os vayáis por donde habéis venido, porque aquí no estamos en Méjico. No se ponga tan bravo, señor respondió con calma amenazadora Federiquito . Afloje el bolsillo un poco y ya verá qué pronto embarcamos. Os he dicho que estáis equivocados. No sólo no me he llevado nada de vuestra madre, sino que la he dejado los quince mil pesos de la hipoteca.
Tomó prestados sobre esta hipoteca: primero, cuatro mil doscientos dracmas; al año siguiente, mil quinientos más; otro año después, mil doscientos, y todavía otros mil quinientos dracmas, un año más tarde. El resultado natural fué que tuvo que vender la casa, poco tiempo después, á la señora Aurelia Serapias, hija de Trimoros, de quien yo sospecho que era un usurero terrible.
La necesidad de pagar ciertos censos atrasados y sus intereses había sido causa de que la casa se gravase con una hipoteca no muy cuantiosa; pero la hipoteca es como el cáncer: empieza atacando un punto del organismo y acaba por inficionarlo todo.
Y él, Mochi, sonreía con la tranquilidad comunicativa con que sonríe el titiritero sano y forzudo que hace trabajar en lo alto de una percha a un pobre niño dislocado, que en el programa se llama su hijo. «Esa sonrisa pensaba Reyes , equivale a una hipoteca... pero no es confianza lo que me falta a mí, sino dinero».
Causa risa ver cómo se da hoy de calabazas un ministro de Hacienda para arbitrar, con destino a otra guerra, unos cuantos millones que nadie quiere darle si no hipoteca hasta el último pingajo de la nación. Aprended, generaciones egoístas.
Palabra del Dia
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