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Actualizado: 6 de mayo de 2025


Un día en que el ayuda de cámara se atrevió á preguntar á su señor porqué le llamaba así, éste le respondió: "Por causa de los presentes de Artajerjes." Federico no comprendió mucho más y permaneció estupefacto. Y Roussel añadióBueno! No se caliente usted la cabeza: Hipócrates era un hombre incorruptible." Federico se dió por satisfecho y adquirió mucho mayor importancia á sus propios ojos.

Todos los que conocían a Sancho Panza se admiraban, oyéndole hablar tan elegantemente, y no sabían a qué atribuirlo, sino a que los oficios y cargos graves, o adoban o entorpecen los entendimientos. Finalmente, el doctor Pedro Recio Agüero de Tirteafuera prometió de darle de cenar aquella noche, aunque excediese de todos los aforismos de Hipócrates.

¿No sabes que dijo D. Teodoro que los que nos criamos aquí nos volvemos piedras?... Yo no quiero ser una piedra, yo no. Yo... ¿para qué voy? dijo la Nela con amargo desconsuelo . Para ti es tiempo, para es tarde. La Nela dejó caer la cabeza sobre su pecho y por largo rato permaneció insensible a la seductora verbosidad del futuro Hipócrates.

La auscultación, método admirable que la ciencia moderna debe al genio de Hipócrates, permite al médico leer en el cuerpo del enfermo como en un libro abierto. Los resortes invisibles que se agitan en nosotros producen en su marcha regular un ruido tan constante como el movimiento de un péndulo.

Llamó al médico, y al verle entrar en su cuarto túvole por precursor y heraldo de la muerte. Nada sacó en limpio. ¿Era dispepsia, gastralgia, pirosis? ¡Oh, inútil ciencia! ¡Oh, vanidad moderna! Una buena Celestina le hubiese valido más que el mismo Hipócrates.

Discípulos de Hipócrates, juristas, ministros del altar, notables hombres legaron de la patria las conquistas de su saber y sus preclaros nombres. Madre y maestra de las almas, digna del nombre singular de Benavides , en cuyas nobles y proficuas lides fué siempre la verdad una consigna, en nombre de sus cánones severos, luchó con entereza por los fueros de la verdad.

Y el médico respondió: -Porque nuestro maestro Hipócrates, norte y luz de la medicina, en un aforismo suyo, dice: Omnis saturatio mala, perdices autem pessima. Quiere decir: "Toda hartazga es mala; pero la de las perdices, malísima".

Y se dijo: «Esto de la sabiduría es un complemento necesario. Seré sabio. Hipócrates era el maestro de Platón, maestro al cual nunca llamó Sócrates Trabuco, ni le hacía falta. Desde entonces leyó periódicos y novelas de Pigault Lebrun y Paul de Kock, únicos libros que podía mirar sin dormirse acto continuo.

Señor Foja respondió Mesía, seguro de que todos esperaban que él hablase hay cuando menos notable exageración en todo lo que usted ha dicho. Vox populi... El pueblo es un majadero gritó Ronzal . El pueblo crucificó a Nuestro Señor Jesucristo, el pueblo dio la cicuta a Hipócrates. A Sócrates corrigió Orgaz, hijo, vengándose bajo el seguro de la presencia de don Álvaro.

Sin haber cursado medicina, sin ser un Hipócrates, ve cualquiera que D. Casimiro está por demás estropeado. Y sin haber estudiado el Examen de ingenios, de Huarte, se descubre en seguida que el de don Casimiro es romo y huero. Yo no pretendo que busques para Clarita á Pitágoras y á Milón de Crotona en una pieza; pero ¿qué diablura te lleva á darle por marido á Tersites?

Palabra del Dia

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