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Actualizado: 3 de julio de 2025


El conde advirtió que su hermana estaba furiosa, refrenó su hilaridad y siguió diciendo: Lo comprendo todo, porque Isidoro posee una bonita casa de campo a ocho kilómetros de este castillo. No extraño que lo ignores, porque estás siempre en Babia, arrobada en tus ensueños y sin ver la realidad de las cosas.

Y sacó del bolsillo otra carta de Chiclana, provincia de Cádiz, en la cual se leía también la palabra sibilítica, el misterioso conjunto: ¡Mentecato! La situación de Jacobo no era para reír mucho, y apagóse bien pronto el arranque de hilaridad que le había producido aquella burla pacientísima que no podía ser de otro que de Diógenes.

Pronunciadas estas palabras, que el concurso acogió con un redoble de hilaridad, el noble señor de las Matas de Arbín se llevó la mano á su sombrero de felpa, hizo un saludo digno del mariscal de Richelieu y montando de nuevo en su jamelgo dió la vuelta hacia su casa solariega. Aquella noche hubo fila, como todas, en el palacio del capitán.

, señor; me llevé el corsé gimió con su rudo acento de campesino . Tenía hambre... vine a Madrid con mi padre... buscábamos trabajo. No lo haré más, señor... yo soy bueno. Las grotescas contorsiones del Paleto, sus gemidos, provocaron una hilaridad bárbara en todas las puertas. ¡Uuú! ¡uuú! rugían los golfos, burlándose del arrepentimiento y el miedo del Paleto.

Basilio la recitó de cabo á rabo, sin tropezar en una f; motejóle el profesor de papagayo, contó un cuento que hizo reir de buena gana á toda la clase, y para aumentar más la hilaridad y justificar legitimidad del apodo, hizóle algunas preguntas guiñando á sus favoritos como diciéndoles: «Vais á ver como nos vamos á divertir

Lo querían del más caro para que constase bien su opulencia y lo gastaban á cajas, abriendo á golpes las botellas, riendo como niños cuando el líquido se derramaba por el suelo, mojándose unos á otros con la espuma, bebiéndolo en tanques y llenando á veces las palanganas para lavarse la cara con el precioso vino, despilfarro que á los postres nunca dejaba de producir hilaridad.

Mi amo se rió de la ocurrencia; su prima, haciendo mimos con la boca, fingió cierta hilaridad que le afeaba el rostro amojamado, y consintió al fin. Diome mil golosinas para que comiese a bordo; me encargó que huyese de los sitios de peligro, y no dijo una palabra más contraria a mi embarque, que se verificó a la mañana siguiente muy temprano. Octubre era el mes, y 18 el día.

Después de tan pomposos anuncios, la obstinada prudencia del intrépido Mervyn, tenía en realidad algo de ridículo; á mi parecer, tenía yo más que nadie el derecho de reirme y no tuve escrúpulo en hacerlo. Además, la hilaridad fué general muy luego, y la señorita Margarita acabó por tomar parte en ella, aunque muy débilmente. Después de todo dijo, he perdido otro pañuelo.

Al terminar el baile, cuando se disponía a subir a su cuarto, tropezó entre bastidores con Arturo, el cual, en presencia del gentilhombre que entonces presidía las funciones de la Opera, le dijo: ¿Me permite usted, señorita, que la acompañe a su casa? Será un honor para balbuceó la joven temblando, sin notar que su respuesta excitaba la hilaridad de sus compañeras.

Castropardo sufrió otro acceso de hilaridad, y pudiendo apenas decir entre su risa «¡Pues tiene sombra la pregunta!», fue a contar al oído de la duquesa la ocurrencia de la colegiala.

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