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Actualizado: 23 de junio de 2025


A pesar de esto, Fortunata se ponía tan nerviosa que no podía pegar los ojos en toda la noche, durmiendo algunos ratos de día. El enfermo no iba ya a la botica, ni mostraba deseos de ir a parte alguna, pareciendo caer en profunda apatía y reconcentrar toda su existencia en el hervidero callado y recóndito de sus propias ideas.

Instantáneamente reflexionamos sobre la impresion sentida, instantáneamente experimentamos una sensacion agradable ó ingrata á consecuencia de una reflexion que nos ocurre; pensamos sobre la voluntad; queremos ó rechazamos el objeto del pensamiento; hay dentro de nosotros un hervidero, por decirlo así, de fenómenos de diferentes clases, que se enlazan, se modifican, se producen, se reproducen, influyendo recíprocamente los unos sobre los otros en comunicacion incesante.

Aquello era club incipiente, redacción de periódico, academia parlamentaria, todo esto, y algo más. ¡Qué hervidero! ¡Cuántas pasiones, cuántas crisis, cuántas revoluciones, cuánta historia, en fin, bullían dentro da aquel pastel que acababa de ponerse al fuego!

Hacía casi veinticuatro horas que estaba sonando para él la trompeta del juicio final. Su hermano muerto, su corazón amargado; su cocina, que constituía para él la mitad de su alma, abandonada. Y además de esto, metido en enredos trascendentales, de los cuales no sabía cómo salir; amenazado casi con la Inquisición... La cabeza de Francisco Martínez Montiño era un hervidero.

Las noches de julio y agosto, ardientes, y que se prestan poco al sueño, suelen pasarse agitadas, pensando en esas quimeras. Si la señora se levanta tarde, esto ocasiona más molestia que de costumbre, pues en tal caso, el baño, en vez de refrescar, añade la irritación salina al calor canicular. De manera que no ha recobrado la fuerza de la juventud, sino el hervidero.

Más allá, las islas de Grecia; en el fondo de una calle acuática, Constantinopla; y á continuación, bordeando la gran plaza líquida del mar Negro, una serie de puertos donde los argonautas olvidaban sus orígenes, sumidos en un hervidero de razas, acariciados por el felinismo de las eslavas, la voluptuosidad de las orientales y la avidez de las hebreas. A su derecha estaba África.

Ahora lo importante era tener buen ojo para escoger; serenidad para no dejarse engañar por la astuta gitanería que pasaba ante él con sus bestias, descendiendo luego por una rampa al cauce del río. Las once. El mercado debía estar en su mayor animación. Llegaba hasta Batiste el confuso rumor de un hervidero invisible; subían los relinchos y las voces desde el fondo del cauce.

Algunos dicen que hay allá abajo un resoplido de aire que sale de las entrañas de la tierra, como cuando silbamos, el cual resoplido de aire choca contra un chorro de agua, se ponen a reñir, se engrescan, se enfurecen y producen ese hervidero que oímos de fuera. ¿Y nadie ha bajado a esa sima? No se puede bajar sino de una manera. ¿Cómo? Arrojándose a ella.

La pobre Asunción es una tonta. Su fondo es bueno, pero con la santidad, con el encierro y con lord Gray se le ha convertido la imaginación en un hervidero. Nos queremos mucho.

Palabra del Dia

vorsado

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