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Actualizado: 2 de junio de 2025
He aquí el campo Quemado y la miserable cueva en cuyo umbral dos niños llenos de harapos se revuelcan en el polvo como perrillos alegres. Entramos. Un olor fétido y sofocante se nos coge a la garganta y me basta una mirada para convencerme de que a la enferma le quedan pocas horas de vida.
Y sinembargo, allí viven como seiscientas familias que pudieran llamarse una población de armadillos humanos, Allí está la vida, pero la vida subterránea y entre harapos. Imagínese una serie de calles sin empedrado, caracoleando en anfiteatro al derredor de una colina por tres de sus lados.
En nuestras almas suele entrar cubierto de harapos como un mendigo, se sienta en el rincón más obscuro y allí espera silencioso a que le arrojemos algunos mendrugos de nuestra mesa. ¡Ay del mortal que le niegue esos mendrugos! Más le valiera no haber nacido, dice Jesús en su Evangelio. Más nos valiera a todos no haber nacido.
Eso es, D. Pedro López. No tan arriba. Pique más bajo. ¿Se le puede ver, sí o no? Creo que está durmiendo. Suba usted.... Eh, tú, Rumalda... ve con este caballero.... Di a Perico que si no tiene vergüenza de dormir a estas horas. Romualda era una mujercita encanijada y vestida de harapos que en la tienda inmediata ayudaba a la mujer de los parches a ensartar buñuelos.
Con el propósito firme de subirme a él cuando el casco acabara de hundirse, miré aquel árbol orgulloso en que flotaban trozos de cabos y harapos de velas, y que resistía, coloso desgreñado por la desesperación, pidiendo al cielo misericordia. Marcial se dejó caer en la cubierta, y luego dijo: «Ya no hay esperanza, Gabrielillo. Ni ellos querrán volver, ni la mar les dejaría si lo intentaran.
Al entrar percibió una temperatura tibia, el aroma de bienestar que esparce la riqueza: los pies se le hundían en mullida alfombra; por orden de Santiago dos criados le despojaron inmediatamente de sus harapos empapados de agua y le pusieron ropa limpia y de abrigo.
Sin embargo, alguna vez al despedirse, Ramiro juntó su boca con la de aquella criatura vestida de harapos como una gitana, y este movimiento maquinal llegó a despertarle, en el correr de los días, cierto extraño deleite, que le recordaba el saborcillo sucio de las frutas cogidas en el suelo.
Y muchas de esas masas hay que ni siquiera pueden arrastrarse; permanecen sentados en sillas fétidas, moviendo á un lado y á otro el cuerpo y la cabeza, cayéndoles la baba por los pegajosos harapos.
Más trabajo le costó todavía á Ferragut reconocer á una señora pequeña y encogida que estaba junto al poeta. Colgaban de su esqueleto flácidas adiposidades, como harapos de un pasado esplendor.
Se quitó el vestido, diciendo que no podía tener encima tales harapos, y pidió una y otra vez su baño, su querido baño. Por último, le trajeron a Riquín, y viéndole y acariciándole, descendió lentamente, en alas del cariño materno, de las borrascosas alturas en que su razón estaba tan nublada. Capítulo XVI Las ideas de Mariano. La síntesis
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