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Actualizado: 28 de mayo de 2025
Secretario de Hacienda. Subsecretario de Hacienda. Secretario de Obras Públicas. Secretario de Agricultura, Comercio y Trabajo. Subsecretario de Agricultura, Comercio y Trabajo. Secretario de Instrucción Pública. Subsecretario de Instrucción Pública. Secretario de Sanidad. Secretario de la Presidencia. Presidente del Tribunal Supremo. Fiscal del Tribunal Supremo. Gobernador Provincial.
Y que el de casarse los enamorados era el fin de más excelencia, advirtiendo que el mayor contrario que el amor tiene es la hambre y la continua necesidad, porque el amor es todo alegría, regocijo y contento, y más cuando el amante está en posesión de la cosa amada, contra quien son enemigos opuestos y declarados la necesidad y la pobreza; y que todo esto decía con intención de que se dejase el señor Basilio de ejercitar las habilidades que sabe, que, aunque le daban fama, no le daban dineros, y que atendiese a granjear hacienda por medios lícitos e industriosos, que nunca faltan a los prudentes y aplicados.
Aquél era Sagasta, y los otros los ministros. Estaba segura de ello. En los periódicos satíricos que compraba Rafael había visto aquellas caras convencionales, destrozadas por él lápiz de los caricaturistas; y partiendo del descubrimiento del famoso tupé, fue señalando a su hermana cada bebé por su nombre, riéndose como una loca al ver que el ministro de Hacienda tocaba el violón.
En otras circunstancias no le hubiese importado la pobreza; sabía que la falta de hacienda empujaba a las aventuras heroicas. Pero, ahora, su instinto presentía un amoroso desastre, a causa de aquellos bienes perdidos.
Al fin, le reduje a que me diera noticia de parte de mi hacienda, aunque no de toda, y así, me la dio de unos trescientos ducados que mi buen padre había ganado por sus puños, y dejádolos en confianza de una buena mujer a cuya sombra se hurtaba diez leguas a la redonda.
Y has de saber que, según la tradición entre la gente de esta hacienda, Herrera Goya, el Amo Viejo, como le llaman, maltrataba sobremanera a su extraño séquito; es más, lo martirizaba a cada momento.
Fernández necesita un empleado en su hacienda de Santa Clara. Allí ganarás un poco más. Temo una cosa.... ¿Cuál? ¿No servir para el caso? Sí... ¡qué entiendo yo de cosas de campo! Aprenderás, muchacho. No seas tímido, porque nunca harás letra. Estarás allí muy contento. Fernández es persona muy fina. Trata muy bien a sus empleados.
Para el pequeño movimiento de caudales que originan las islas, creemos se podrían borrar del presupuesto de gastos los sueldos de administrador é interventor de Hacienda, intervención ó administración que dada su poca entidad podían estar asumidas en una dependencia del Gobierno, el que, por estar ocupado por un Coronel, cuando por su importancia debía ser lo más de Capitán, origina los consiguientes gastos de Ayudante mayor, y cuantas cargas traen en pos de sí Gobiernos que se conceptúan de primera clase.
Que por contratas de fletamentos de buques, como se ha establecido, pero en buques españoles, renovadas anualmente, se traiga á España todo el tabaco que se necesite para el consumo de la Península, pagándose con el importe de la recaudacion de ramos de hacienda remisibles á España y sobrantes anuales de las cajas de Manila, y haciendo desaparecer ese sistema ruinoso de libranzas.
Aquella carta antes de quemarse decía: «Excelentísimo señor conde de Lemos: Vuestra esposa, ignorando que habéis sido perdonado de vuestro destierro con el rey, pone en vuestro lugar un amante, y se solaza con él en vuestra hacienda del río.» Esta carta no tenía fecha y era anónima. DE CÓMO EL INTER
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