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D. Diego Muñoz Torrero. Parece que vuelve a hablar. En efecto, Muñoz Torrero pronunció un segundo discurso en apoyo de sus proposiciones. Ahora me ha gustado más, mucho más, señora condesa dijo la de Cisniega . A este hombre le haría yo obispo. ¿No es justo y razonable lo que ha dicho? , que las Cortes mandan y el rey obedece.

Hablan de él como los pintores de una nueva manera de expresar la luz, como los escritores de las imágenes originales encontradas por un colega. Lo que más les irrita es que ya no podrán emplear sin escándalo el procedimiento del automóvil. Ha perdido toda novedad. ¡Y á cada uno de ellos le hubiese gustado tanto ser el primero!...

Para lo mismo son cien mil libras de renta que cien cuartos, mi querido señor... Pero no se trata de , sino de mi hija... yo no puedo darla á un albañil. ¿No es así? A me habría gustado ser la mujer de un obrero, pero lo que habría hecho mi felicidad, es probable que no haga la de mi hija. Y al casarla, debo consultar las ideas generalmente recibidas, no las mías.

Ferpierre veía confirmadas sus deducciones en las páginas posteriores. Aunque éstas tampoco tenían fecha, debían haber sido escritas después del viaje de novios: »Nada ha cambiado, pues, estamos juntos como antes. Entonces, Luis iba a nuestra casa: ahora papá viene a vernos. No ha querido que viviéramos todos en una casa: ¡a me habría gustado tanto! Y a Luis también.

Los momentos más dichosos de su existencia eran los que consagraba a la oración, que más bien era un tierno coloquio de dos enamorados, incomprensible para los que no han sondeado jamás los profundos secretos del amor divino ni han gustado las dulzuras de la unión mística. A fuerza de conversar con Dios, de comunicarle sus más íntimos pensamientos e impresiones y de confesarle con lágrimas todos los días las más leves flaquezas de su conciencia, había llegado a establecer con

Me escribió una carta y me la dio un día al entrar en tu casa: salió de un cuarto de repente, me la dio y echó a correr. Me decía que desde la primera vez que me había visto le había gustado, que podríamos ser novios si yo le quería, y que en concluyendo la carrera de abogado, que era la que pensaba seguir, nos casaríamos.

Algo le contuvo también cierta ligera sonrisa burlona, que imaginó dos o tres veces ver pasar como un relámpago sobre el rostro de Rafaela, la cual harto bien sabía él que nunca había gustado de disimulos y rodeos, sino de prometer, conceder o negar, por estilo franco, sin el menor rebozo en la promesa. El Vizconde, además, no osaba pedir nada y nada pedía. ¿Con qué título, con qué motivo, había de pedir algo? ¿Era afecto renaciente, era liviano capricho, qué era lo que en aquel momento agitaba su corazón?

Como yo he dejado ya el luto las cosas ¡ay! no tienen remedio es la fiesta que más me hubiera gustado. ¡Qué diferencia con Sáenz Peña! ¡Ah, Roque...! exclama Petrona. ¡Tan culto, tan ilustrado, tan espiritual, tan rumboso! dice la de Esquilón. Dió a la presidencia cierta majestad amable, un tono que nunca tuvo, una distinción suprema, entre aristocracia de corte y aristocracia de estancia.

Señor Isagani, dijo al fin en voz algo emocionada; desde la ventana le he oido á usted perorar porque, como tísico que soy, tengo buenos oidos, y he querido hablar con usted. A me han gustado siempre los jóvenes que se espresan claramente y tienen su manera propia de pensar y obrar, no me importa que sus ideas difieran de las mías.

Siempre que hablaba de Esperancita brotaba de sus labios tres o cuatro veces, como si necesariamente fuera asociada a sus amores. Pepe Castro sintió un malestar indecible: guiñó su ojo izquierdo infinitas veces. En realidad, nunca le había gustado anticipar ideas sobre los acontecimientos futuros. Era más caballista que profeta.