United States or Grenada ? Vote for the TOP Country of the Week !


Pero al convencerse de que el senador sólo deseaba cambiar su vestidura, sin hablar para nada de hacerle perder la existencia, casi sintió gratitud hacia él. Le importaba poco que Gurdilo le hubiera llamado pedante y le aludiese con otras frases despectivas, sin hacerle el honor de citar su nombre. Los enamorados son capaces de los más grandes sacrificios á cambio de que la persona amada no sufra.

Flimnap abandonó la tribuna con el ánimo desorientado, no sabiendo ciertamente si debía entristecerse ó alegrarse por lo que acababa de oir. La intervención de Gurdilo le había hecho sospechar en el primer momento que tenía por objeto pedir la muerta de Gillespie.

Pero Gurdilo, su ilustre amigo, que mandaba ahora tanto como los altos señores del gobierno, se había negado á permitir que un profesor de sus méritos fuese simple soldado y lo había nombrado capitán, aunque en realidad no mandaba tropa alguna.

Le conozco hace mucho tiempo, y no cómo me dejé influenciar por sus palabras el otro día, cuando preparaba mi primer discurso contra el pobre coloso. Pero aún queda tiempo para hacer justicia, y Momaren no verá cumplidos sus deseos. Venga usted mañana al Senado y verá cómo el senador Gurdilo es el de siempre: un defensor de la inocencia y un enemigo de los hombres malos.

Era, como esperaba Flimnap, una solicitud para poder suprimir al Hombre-Montaña, fundándose en su falta de adaptación á las costumbres del país y en los enormes gastos que exigía su cuidado y su sustento. Gurdilo pidió inmediatamente la palabra. Después de su último discurso, todos creyeron adivinar lo que iba á decir contra el gigante.

Los hombres malos eran Momaren y los señores del gobierno. La mejor prueba para Gurdilo de la inocencia de Gillespie consistía en verlo perseguido por ellos. Quedó tan satisfecho de la visita de Flimnap, que hasta quiso borrar la mala impresión que podían haber dejado en él ciertas palabras de su último discurso.

El profesor sabía lo que representaba para Gurdilo esta segunda insinuación. El ser más odiado por él en todo el país era Momaren. Desde su juventud les separaba una rivalidad de condiscípulos. Gurdilo había aspirado luego al alto cargo de Padre de los Maestros, y era Momaren quien lo obtenía.

Aquí Gurdilo empezó á hablar irónicamente de la enorme influencia que unos cuantos profesores y fabricantes de versos ejercían sobre el gobierno actual.

Gurdilo terminó declarando que él no podía admitir la petición del gobierno, y rogó al Senado que votase contra ella. Admitirla equivalía á servir una venganza particular.

Adivinaba en él á un enemigo del Gentleman-Montaña. Bastaría que el gobierno decidiese el indulto de Edwin para que Gurdilo aconsejase su muerte, como si de esto dependiese la felicidad nacional. Además, el diario que pedía la supresión del Hombre-Montaña había ya reproducido en una de sus ediciones ciertas palabras inquietantes del temible jefe de la oposición.