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Actualizado: 3 de mayo de 2025
Hemos de matar en los gigantes a la soberbia; a la envidia, en la generosidad y buen pecho; a la ira, en el reposado continente y quietud del ánimo; a la gula y al sueño, en el poco comer que comemos y en el mucho velar que velamos; a la lujuria y lascivia, en la lealtad que guardamos a las que hemos hecho señoras de nuestros pensamientos; a la pereza, con andar por todas las partes del mundo, buscando las ocasiones que nos puedan hacer y hagan, sobre cristianos, famosos caballeros.
Los dos altos y augustos sentimientos que viven en su corazon y la han conducido á salvo por en medio de tempestades y peligros, son el sentimiento religioso y el nacional: aquí amamos á Dios y á la patria; y estas dos poderosas virtudes que de luengos siglos poseemos, que guardamos con religiosa exactitud y que de seguro trasmitirémos á nuestros venideros, son dos poderosas palancas de porvenir y fuerza.
Porque reconocerás que la tal duquesa es una mujer de las que tú nos has pintado. No la recibiré dijo el príncipe resueltamente. Esa duquesa es prima tuya, según creo. No hay tal parentesco. Su padre fué hermano del segundo marido de mi madre. Pero nos hemos conocido de niños, y guardamos recíprocamente un recuerdo detestable. Cuando yo vivía en Rusia se casó con un duque francés.
2 Y él es la aplacación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los del mundo entero. 3 Y en esto sabemos que nosotros le hemos conocido, si guardamos sus mandamientos. 4 El que dice: Yo le he conocido, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y no hay verdad en él.
El de España, por mucho que cueste y por más que lo agranden, no sale de esta última clasificación. Y aunque sólo sea eso dijo el cadete , ¿no es algo? Guardamos el orden interior; velamos por la tranquilidad de la patria... Pues eso puede hacerse con menos gente y menos dinero. Además, ¿y la gloria?
Sabemos que los aficionados españoles y los exóticos como el vizconde de Fadièse, montados siempre medio tono más alto que los primeros, ahogarán nuestra opinión con sus gritos de anatema. Por esto nos guardamos muy bien de imponerla a otros y nos limitamos a mantenernos en ella.
»Si tal es la voluntad del señor Duque dijo luego, ni la razón, ni las lágrimas, ni los ruegos conseguirán vencerlo. »Teobaldo y yo comprendimos que tenía razón, y guardamos silencio. Carlos continuó: »Por mi parte, ni aun ensayaría el hacerle cambiar de modo de pensar; sería inútil. »¿Qué haría usted? »Me dirigiría a un poder superior al suyo.
Sucede á veces que la cosa no comprendida nos parece rayar en lo imposible; mas si por otra parte sabemos que existe, nos guardamos de declararla tal, y conservando la conviccion de su existencia, recordamos el poco alcance de nuestro entendimiento.
Y los trajinantes de la Cordillera, al navegar por este océano de tierra roja, peñascos metálicos y dormidos lagos de borato, discernían con su justiciero espíritu la verdadera propiedad del largo camino. «Todo esto es de los marqueses que viven en Salta.» Y los marqueses eran los Vargas del Solar. Es nuestro y muy nuestro continuó Misiá Zobeida . Allá en nuestra casa guardamos los papeles.
Yo no tengo para qué presentarme otra vez delante de esa p... exclamé, poniéndome rojo. Creí que aquel insulto dirigido a su amada le iba a exasperar. Nada de eso. Siguió tan tranquilo como si nada fuese con él. Ambos guardamos silencio. Yo quedé profundamente pensativo. Las últimas palabras del malagueño me habían llegado a lo profundo del corazón.
Palabra del Dia
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