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Actualizado: 10 de junio de 2025
Empezó este año con tan fuertes temporales y lluvias tan copiosas, que el Guadalquivir salió de madre, llegó casi á cerrar los arcos del puente, cubrió los molinos, y en varias calles de la ciudad anduvieron barcos para socorrer á los vecinos.
Está ligado á la ciudad, como he dicho, por un hermoso puente colgante, que interrumpe ó sirve de límite á la navegación del Guadalquivir marítimo. Sus muelles hacen frente á los del puerto principal de Sevilla, así como á las fortalezas que dominan el río y la estación del ferrocarril que conduce á Córdoba.
Al llegar a Tablada vieron sobre la verdeante llanura una masa negra de gentío y carruajes junto a la empalizada que separaba la dehesa del cerrado, dentro del cual estaban las reses. El Guadalquivir extendía su corriente a lo largo de la dehesa. En la orilla de enfrente alzábase en cuesta San Juan de Aznalfarache, coronado por un castillo en ruinas.
La arena de los redondeles ejercía cierta influencia en su ánimo supersticioso. Recordaba las amplias plazas de Valencia y Barcelona, con su suelo blancuzco; la arena obscura de las plazas del Norte y la tierra rojiza del gran circo de Madrid. La arena de Sevilla era distinta de las otras: arena del Guadalquivir, de un amarillo subido, como si fuese pintura pulverizada.
Pero dirigiendo alternativamente nuestras miradas del Guadalquivir al Tigris, de la magestuosa Córdoba á la risueña Bagdad, advertimos en los dos colosos genio idéntico y temperamentos diversos.
Salvaste de la destruccion comun tus viejos muros ; mas para tu castigo: ¿quién entre los árabes se ha de atrever ya á venir sobre ellos para restituirte al seno del Profeta? Desciñe tu bello turbante, sultana del Guadalquivir: ni derecho tienes ya para llamarte mora. Te han hecho cristiana; y cristiana serás mientras dure en la tierra el poder de la cruz.
Mas os ofreceis á dirigirme por los reinos de Córdoba y Sevilla, decís que vais á ponerme frente á frente con una naturaleza, si no mas bella, mas rica aun y mas grandiosa, con mezquitas árabes que respiran mas el arte, con monumentos que tienen un carácter mas severo y sombrío, con templos cuya grandeza ha de imponerme: mis ojos estan sedientos de nuevas impresiones, de nuevas sensaciones mi alma: partamos, suspiro ya por hallarme en la corriente del Guadalquivir, en las olas del Océano.
Otras dos veces vamos á cruzar el Guadalquivir para hacernos cargo de Peñaflor y de Palma del Rio. Allí se veían en tiempo de Ambrosio de Morales las ruinas de la antigua ciudad y su famoso puerto. Hasta él, dice Estrabon, llegaban las naves cargadas de mercaderías.
Apesar del interes que podía tener la ciudad de Jerez, como población fuerte y gran centro de producción vinícola, teníamos mas vivos deseos de navegar el bajo Guadalquivir desde su desembocadura hasta Sevilla. Preferimos, pues, esa via, pero ántes de embarcarnos quisimos conocer las interesantes poblaciones vecinas á Cádiz.
El autor del libro cuyo título nos sirve de epígrafe, es, a lo que parece conocido y celebrado en la gran ciudad del Guadalquivir como docto médico y como autor de varias obras científicas, entre las que se cuentan: Concepto de la fisiología general, El genio y la inspiración, La ciencia y el Arte, La Atrepsia, Origen y fin del planeta Tierra, y Biografía y estudio crítico de las obras de Nicolás Monardes.
Palabra del Dia
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