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Actualizado: 21 de mayo de 2025
El argumento de este drama, de mucha música y lujo de decoraciones, y también de extraordinaria poesía, proviene de las Metamorfosis, de Ovidio, IV, 609 y siguientes. La gruta de Morfeo, de las Metamorfosis, XI, 592, y la representación del Tártaro, de las mismas Metamorfosis, IV, 932. La fiera, el rayo y la púrpura.
Hallábase una tarde del mes de Septiembre sentado sobre un alto peñasco, y meditando la idea de visitar en breve a su madre, cuando vio subir por la cuesta, sobre una mula parda, a un anciano enjuto y esbelto que agachaba la cabeza y miraba con singular atención hacia la gruta. El hombre volvió a pasar a la mañana siguiente, mirando siempre con la misma curiosidad.
El torrente trabaja sin descanso para formarse un cauce, y, rebajando los salientes y llenando de arena y arcilla los agujeros de la roca, ha conseguido determinar una parábola regular, parecida á la que describe un carro bajando desde lo alto de una montaña rusa. #La gruta#
Peñascos amontonados en la boca de la gruta estaban dispuestos á rodar, saltando de punta en punta, hasta el torrente. A cada lado de la entrada, la roca, absolutamente recta y lisa, no hubiera dejado pasar ni á una serpiente: encima, el acantilado que la dominaba, protegía la abertura como pórtico gigantesco, y, además, medio la cerraba un gran muro.
Bajamos, guiados por ella, a la planta baja; atravesamos un patio, abrió un criado una puertecita verde, y entramos en un recinto semejante a una gruta. La atmósfera estaba impregnada de humedad. Escuchábase el rumor del agua, pero no la veíamos porque estaba oscuro.
A fin de refrescar un poco el interior, corrió Artegui las cortinillas todas ante los bajos vidrios, y una luz vaga y misteriosa, azulada, un sereno ambiente, formaban allí, algo de gruta submarina, añadiendo a la ilusión el ruido del tren, no muy distinto del mugir del Océano.
El techo era un portento, pues no parecía sino la convexidad de admirable gruta adornada de estalactitas, de corales, madréporas y raras especies de aquella parte del reino vegetal que con el mineral se confunden.
De otra parte, las estalactitas, como todas las cosas de la naturaleza, varían hasta el infinito, según la forma de la gruta, la disposición de las fisuras y la más ó menos cantidad de gotas que depositan las revocaciones calcáreas. A pesar de las obscuras tinieblas que las llenan, infinidad de cavernas se han cambiado así en maravillosos palacios subterráneos.
En Filipinas, ni la tradición ni la historia da el más ligero rayo de luz que ilumine esa raza que indudablemente vivió en sus bosques, guerreó en sus praderas, y por último se extinguió en su suelo, buscando antes retiradas guaridas donde dormir el sueño eterno. Tres horas largas hacía que permanecíamos en la gruta sin apercibirnos del calor ni del cansancio.
El oficio que rivaliza en importancia con el de la trapera, es indudablemente el del zapatero de viejo. El zapatero de viejo hace su nido en los rincones de los portales; allí tiene una especie de gruta, una socavación subterránea, las más de las veces sin luz ni pavimento.
Palabra del Dia
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