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Actualizado: 10 de junio de 2025
Veía las épocas antiguas con la misma claridad que la presente, y al hablar de los grandes hombres de Grecia y de Roma, parecía que hablaba de amigos íntimos que acababan de morir pocos días antes. Aquel venerable anciano era una enciclopedia siempre a disposición de los que querían consultarla en el pueblo.
El Estudiantón le escuchaba fascinado, sin sacar nada en limpio, pero con la esperanza cierta de llegar a dominar algún día el tecnicismo de aquel moderno filósofo de portal, o estoico, como él decía, sin saber que en Grecia tanto valía estoico como filósofo de portal. Escobar continuó asistiendo al portal de Belarmino y tomaba notas de lo que oía.
Todavía en Grecia, en Sicilia y en Italia, están erguidos y casi completos monumentos del arte helénico, anteriores de seis ó siete siglos á la Era cristiana; en Egipto, en la India y en la Persia y en otras tierras del centro de Asia, subsisten pasmosas obras que dan testimonio del poder arquitectónico de pueblos que fueron grandes hace miles de años, mientras que de los árabes, sobre todo en España y de la mejor época, apenas queda nada.
Mi elevación a la Academia, mi nombramiento de ministro de Grecia, y las emociones que por otras causas sufriera, habían, al parecer, enardecido ligeramente su sangre. Era el 27 de noviembre; después de haber oído misa, se dirigió desde la iglesia a los baños que había en el hospital y que estaban servidos por hermanas de la Caridad.
Los tiradores negros del centro de África enseñaban sus dientes de marfileña sonrisa á los gigantes bronceados, con grueso turbante blanco, procedentes de la India. El cazador de las llanuras glaciales del Canadá fraternizaba con los voluntarios de Australia y Nueva Zelandia. El cataclismo de la guerra mundial había arrastrado los hombres de los antípodas hasta este rincón dormido de la Grecia.
El capitán era más expedito de corazón que de inteligencia. Por eso, después de pasar cerca de una hora prensándose la cabeza, no halló arbitrio mejor en aquel aprieto que ir á consultar el caso con su primo César, uno de «los pocos sabios que en el mundo han sido», el octavo de la Grecia, á no haberse retrasado algunos siglos su nacimiento.
En Melinda debían venderlos o dejarlos en depósito y tomar en cambio mercancías de Abexin, Arabia y Egipto y aun algunas de Siria, de las islas de la Grecia y de la misma Italia que todavía llegaban hasta allí, importadas en Egipto por los venecianos, a pesar del golpe mortal que a su comercio habían dado los portugueses.
En la contemplacion de esos misterios se han saboreado en todas épocas los hombres mas grandes: el genio que agitara sus alas sobre el Oriente, sobre la Grecia, sobre Roma, sobre las escuelas de los siglos medios, es el mismo que se cierne sobre la Europa moderna.
Me complazco en considerar á usted como una de aquellas diosas de mármol que habitaban en el seno de los bosques de la Grecia, comunicando su pensamiento augusto con la blanca luna que á la noche las visitaba. ¿Y sabe usted por qué me complazco?
Cuando Constantino, hijo del emperador Constancio, camina hacia Grecia para casarse allí con la princesa Irene, muere asesinado por unos ladrones, que lo reconocen después de perpetrado su delito, y huyen aterrados.
Palabra del Dia
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