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Cierto que físicamente el apreciable chico le desagradaba; pero también es verdad que se iba acostumbrando a él, que sus defectos no le parecían ya tan grandes y que la gratitud iba ahondando mucho en su alma.

Y porque es muy correspondiente á nuestro instituto y gratitud, el servir á nuestro Soberano Monarca, con el desinterés y celo, á que nos obligan tantas leyes y respetos como sus leales vasallos, obligadísimos frailes de San Francisco.

Salvador chocó, no «los cinco», sino «los diez», tendiendo las dos manos al marino con muda gratitud. Había atendido a la última parte de aquella franca confidencia con una inquietante perplejidad, sumiéndose en temores agrios y mordientes, con la conciencia alterada por la zozobra cruel de haber abandonado a Carmen en medio de los peligros siniestros de la casona de Rucanto.

Así pagaba Pepe su deuda de gratitud para con aquella gente; mas su principal se portó también como bueno. eres ya de la casa: le dijo un día busca otro dependiente para el despacho. Y vamos a ver, ¿quieres seguir oficio? Dilo como si fueses mi hijo.

Entre los últimos visitantes abundaron las buenas y honradas intenciones, los generosos deseos, hasta móviles de gratitud no olvidada a pesar de los años transcurridos; y en los más de los ejemplares se entendía bien claro que si llevaban encima los trapitos de cristianar y las vistosas galas, no lo hacían por vana ostentación, sino como debido tributo a la importancia de los señores visitados.

Yo no quiero que Beatriz me ame por caridad, ni por gratitud, ni por miedo de castigo o de venganza, por parte mía o por parte del cielo. No quiero que me ame ni en cumplimiento de un deber moral, ni por consideración a leyes dictadas por los hombres. Quiero que me ame por amor, como yo la amo. »Esto era imposible.

A todos sus obsequios y galanterías respondía siempre con amabilidad y gratitud. No había peligro de que la joven se retirase del balcón cuando él pasaba, ni esquivase su conversación cuando le encontraba en alguna casa conocida o le diese alguno de esos desaires que tanto hacen gozar a la mayoría de las muchachas.

Lo cierto es, que cuando el ministro volvió la mirada hacia atrás, notó en el rostro de la santa mujer una expresión de éxtasis y divina gratitud, como si estuviera iluminado por los resplandores de la ciudad divina. Aun referiremos un tercer ejemplo. Después de separarse de la anciana viuda, encontró á la más joven de sus feligreses.

Mas no habiendo tomado la pluma para entrar en tal cuestion, me separo de ella, y paso á mi intento, que no es otro que dar en una pequeña memoria razonada, alguna idea y noticia de lo que son nuestras Islas Filipinas, con el laudable objeto de que en mi memoria y gratos recuerdos de aquellas Islas, vean sus habitantes todos mi gratitud y deseos de contribuir á su prosperidad, por la que me interesaré siempre mas de lo que puedo encarecer.

No recuerdo haber dejado por allí una sola deuda de gratitud. ¿Qué me va ni qué me viene con la decadencia o con la prosperidad de esa patria, donde sólo tuve de balde, o sea sin ganarlo yo, el aire que respiré, y obscuridad y desprecio? Y sin embargo no acierto a ponderarte lo muy patriota que soy.