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Actualizado: 24 de mayo de 2025
Después se le quita la piel y la parte grasa, y se pincha mucho con una aguja gruesa, poniéndole a cocer dos horas y media o tres con dos partes de vino blanco y una de agua, echándole hierbas aromáticas. Se saca y seca bien, rociándolo de jerez y azúcar; se redondea bien y se mete en un molde a propósito, prensándolo en el mismo molde, envuelto en un paño.
Y pasaron a los platos los trozos de la gallina: la jugosa pechuga, el cuello cartilaginoso, los melosos muslos y el armazón chorreando grasa, que chupaba doña Manuela con un regodeo de gata golosa. La animación iba surgiendo en la mesa. Todos hablaban.
Para que esta pulpería estuviese surtida de todo, debería cuidar el factor, por su parte, y hacer que cuidase el mayordomo, de que todo el sebo de las reses, así de las que se matasen en las estancias como en el pueblo, sirviese para velas que se pusiesen allí, como asimismo la grasa de ellas.
Aquel fenómeno viviente, aquel montón de grasa, aquel paquidermo femenino, había seguido durante quince años a la señora Chermidy en la buena y en la adversa fortuna. Había sido la cómplice de sus progresos, la confidente de sus pecados, la encubridora de sus millones.
¡Hola! ¿estás tú aquí? No me han dicho nada dijo en un tono entre cariñoso y displicente. Claro que no le habían dicho nada, ni había para qué. García, en opinión de los criados de la casa, no representaba nada porque traía el chaquet raído, los pantalones deshilachados, el sombrero con grasa y las barbas terriblemente aborrascadas.
Al herir a la víctima y retirar después el arma de la herida, quedaba en su seno una parte de la materia grasa envenenada, la cual producía un resultado fatal. Pero usted, ciertamente, no anticipa que estoy envenenado exclamé tartamudeando. Está envenenado, no hay duda.
Era un panorama de troncos metálicos animados por inquieta nerviosidad; una vegetación de acero que movía sus ramas, subía, bajaba y se entrechocaba, haciendo penetrar los diversos tentáculos unos en otros. El brillante metal lanzaba al moverse un resplandor blanco y viscoso. Todo este organismo inquieto y vibrador, que parecía fabricado de plata y de grasa, no dormía a ninguna hora.
Y Maltrana contempló al bondadoso patriarca con una admiración irónica. De vez en cuando se da cuenta de que existe su hija, y la acaricia bondadosamente. La madre, con el buen sentido que ha podido salvar de la oleada de grasa que invade su cuerpo, llama la atención de su marido sobre la conducta de Nélida.
Y levantándose Diego Cortado abrazó a Rincón, y Rincón a él, tierna y estrechamente, y luego se pusieron los dos a jugar a la veintiuna con los ya referidos naipes, limpios de polvo y de paja, mas no de grasa y malicia, y a pocas manos alzaba también por el as Cortado como Rincón, su maestro. Salió en esto un arriero a refrescarse al portal, y pidió que quería hacer tercio.
Emma, que había estado en peligro de muerte meses antes, poco a poco se reponía, y la nueva energía que iba adquiriendo empleábala en inventar más exigencias, más achaques y en procurarse unturas que no la comprometían a estar enferma de verdad, y en cambio habían llegado a ser para ella una segunda naturaleza; no se sentía bien sin grasa alrededor del cuerpo, sin algodón en rama aplicado a cualquier miembro; y en cuanto al resquemillo del yodo y a las cosquillas del pincel, habían llegado a ser uno de sus mejores entretenimientos.
Palabra del Dia
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