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Actualizado: 19 de mayo de 2025
El ventero le respondió con el mesmo sosiego: -Señor caballero, yo no tengo necesidad de que vuestra merced me vengue ningún agravio, porque yo sé tomar la venganza que me parece, cuando se me hacen. Sólo he menester que vuestra merced me pague el gasto que esta noche ha hecho en la venta, así de la paja y cebada de sus dos bestias, como de la cena y camas.
¡Quieto! ¡quieto! que este mundo acá ha de quedar... y lo que le voy á dar no es un veneno... De aquí no sale sin haber hecho algún gasto al cura de la Segada... Porque, lo que es á terco, no me gana usted á mí, señorito. El cura se dirigió al decir esto á la puerta, dió la vuelta á la llave y se la guardó en el bolsillo.
Los árboles de la yerba nombrada del Paraguay, se crían muy bien en los mismos pueblos, y todos tienen inmediatos a ellos algunos yerbales que han plantado y cultivan, de los que benefician todos los años para su gasto, y remitir a Buenos Aires.
¡Buen remedio! respondió el Poeta . Derribaráse el corral y dos calles junto a él para que quepa esta tramoya, que es la más portentosa y nueva que los teatros han visto; que no siempre sucede hacerse una comedia como ésta, y será tanta la ganancia, que podrá muy bien a sus ancas sufrir todo este gasto. Pero escuchen, que ya comienza la obra, y atención, por mi amor.
El establecimiento del Rio Negro se vá sosteniendo y prosperando con la salida de sus frutos, y por medio de ellos puede hacerse esta pesca, sin el gasto de mantener otras embarcaciones que las menores que se necesitan para ella.
Quizá la desconcertó el que no la reconociesen; volviose otra vez hacia el fuego; transcurrieron algunos momentos en silencio, y continuó: Sospeché que alguno de ustedes debía reconocerme; pero, de todas maneras, no importa; lo que yo iba a decir es que este Juan y al nombrarlo tomó su mano entre las de ella me conocía si ustedes no me conocen, y gastó mucho dinero en mi compañía.
4 los órdenes, tres de piedra de mármol, y un orden de madera nueva y que el gasto sea dado de la casa del rey. 6 Ahora pues, Tatnai, capitán del otro lado del río, Setar-boznai, y sus compañeros los afarsaqueos que estáis al otro lado del río, apartaos de ahí. 7 Dejad la obra de esa Casa de Dios al capitán de los judíos, y a sus ancianos, para que edifiquen esa Casa de Dios en su lugar.
Yo tenía en Madrid un escritorio dice el ; pero este escritorio era muy oscuro. Cuando venían a que yo escribiera una carta, yo tenía que encender una luz. Esto era un gasto terrible; además, en el escritorio había mucha humedad.
Don Ramón continuó: Pues Guzmán el Bueno, para no entregar a Tarifa, envió a los moros un cuchillo con que degollasen a su hijo muy amado. Los dineros son la Tarifa de mi mujer, y no los entregará aunque me degolléis. Lo que no hará tampoco, echando con esto la zancadilla a Guzmán el Bueno, es el gasto inútil de enviaros el cuchillo, aunque sea el peor de la cocina.
Tampoco esto vale la pena de que se fijen ustedes, porque muchas veces nos ha pasao lo mismo. Pero ahora viene lo mejor. Acabo de dar una vuelta por allá, y pregunto: «¿Cuánto es el gasto de anoche? Ya está pagado me contestaron. ¿Cómo? ¿Quién lo ha pagado? Pues su sobrino. ¡Vamos, niño, no gastes guasa! Que sí, señor Rafael, que lo ha pagado. ¿Cuándo?
Palabra del Dia
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