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Y ansí fueron conquistando estos dos capitanes Malma y Irapa por la provincia de Condesuyo, llevando gran poder de gente; y fué tanta la ventura destos dos capitanes, que ganaron é sujetaron yendo desdel pueblo de Paucaray por la provincia de Condesuyo, hasta llegar á las dichas cincuenta leguas más allá de los Charcas.

Subieron por ellas treinta Genoveses de los de Jaqueria, y cincuenta Catalanes. Vino luego el dia con que fueron descubiertos, y se les defendió la entrada, pero peleando valientemente ganaron una puerta por la parte de adentro, y abierta, dieron libre la entrada á los demas que quedaban fuera.

Esto se comprende mejor, entendido como debe entenderse: asegurando que los españoles triunfaron porque fueron allí como libertadores, y ganaron en muchas partes la voluntad y el auxilio de los indios mal contentos, los cuales lograron sacudir así la tiranía más espantosa. Es probable que en Otumba hubiese del lado de Hernán Cortés tantos indios como en el ejército contrario.

Cepeda llegó a Cádiz, de sus montañas de Asturias, y entró de dependiente en un gran almacén de azúcar, de café y de cacao de la calle de la Aduana; luego se casó con la dueña, y ésta, al morir, le instituyó heredero único, con lo que quedó viudo y riquísimo. Cepeda era naturalmente tímido con su dinero; Menchaca le impulsó a los negocios y los dos ganaron millones. El uno completaba al otro.

El Castillo ganado, la villa que era de Griegos sin defensa alguna se acometió luego, antes que los naturales pudiesen ponerse en resistencia, ni esconder su hacienda. Fué la presa riquísima, porque á mas del oro, y plata, y vestidos de precio que se ganaron, se tomaron tres Reliquias grandes que estaban en el castillo, empeñadas por los Turcos al Genovés Benito Jaqueria.

En casi todas las ciudades, que ganaron los vencedores á los infieles, hallaron comunidades religiosas é iglesias, que conservaban las antiguas costumbres litúrgicas , y de esta manera volvieron á familiarizarse con las formas solemnes del culto, que acaso olvidaran en el tumulto de la guerra.

Hacia 1808 se hicieron algunas reformas en el Arenal, con las que ganaron en comodidad los paseantes, habiéndose por entonces llevado á cabo varias obras en el puente allí inmediato, que cubría uno de los brazos del arroyo Tagarete.

Quedaron los Emperadores contentísimos con la no esperada embajada y ofrecimiento de los Catalanes, á su parecer tan importante á sus intereses, porque entendieron que aquellos mismos, que se les venían á ofrecer, eran los que con tanto espanto y temor de toda Italia ganaron y sustentaron el Reino de Sicilia.

Por eso desde las montañas de Liébana hasta el valle de Reocín se denunciaron las entrañas de la madre tierra; y buscando todos en ellas riquezas á montones, perdieron muchos las que tenían, y ganaron pocos, entre litigios y peleas, bastante menos de lo que habían soñado.

Sorprendida su embarcación en alta mar por los piratas berberiscos, se acrecentaron sus sufrimientos bajo el yugo bárbaro de su nuevo amo; pero llegados á un puertecillo africano, el indomable barón halló modo de matar al capitán pirata en la barca que á tierra los conducía y arrojándose después al agua seguido de Simón ganaron á nado la tierra y tras mil penalidades lograron embarcarse en la galera que acababa de llevarlos á Inglaterra, no sin rico botín arrebatado con astucia á sus crueles enemigos.