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Actualizado: 27 de junio de 2025


Leticia era una morena gallarda, correcta, sobria, expresiva y dura, así de formas como de palabra; temible en el manejo de ciertos recursos externos, que en una gran parte de las mujeres resultan inofensivos accesorios, y en otras tantas no pasan de simples detalles decorativos de su belleza. Estas cosas, puestas en juego por Leticia, a pesar de sus pocos años, eran todo lo que había que ver.

Lleva la ventaja a sus compañeros de que ha estudiado regularmente la segunda enseñanza y conoce la retórica de Hermosilla. Ha obtenido siete escribanías de plata en otros tantos certámenes poéticos abiertos en varias provincias de España, y en todas partes se han hecho lenguas de su forma, que los periódicos califican constantemente de gallarda.

En todas partes los avileses se señalaban por su don de mando y su saña en la lucha. Sancho Dávila, apellidado El rayo de la guerra, servía ahora de ejemplar a los flamencos. ¡Quién pudiera devolverme mi mocedad y darme algunos años de la vida gallarda y desembarazada del soldado! exclamaba el canónigo.

No digas esas cosas, Rorró, solía decirme, porque no las creo. ¡Si me pintas hermosa y gallarda como una virgen de Murillo! Dime en prosa, aquí, hablándome, que me amas mucho, mucho, y me tendrás contenta, satisfecha y feliz. Angelina no era hermosa como una virgen de Murillo, pero lo era como alguna de Rafael, como la Madona de la silla.

Levantose Artegui del sillón y acercose al fuego. Su gallarda estatura crecía al reflejo de la lumbre, y a Lucía, sentada en el suelo, pareciole más alto que de ordinario. Importa dijo él inclinándose que le pida a usted perdón. Yo no acostumbro decir ciertas cosas al primero que llega; pero a personas como usted todavía menos. He soltado mil necedades, que con razón asustaron a usted.

Todavía en el mundo había piratas, todavía había negreros, males todos ¿quién lo duda?, peligros que obligaban al marino a tomar ante los hechos una actitud gallarda. Todos estos riesgos exaltaban la imaginación, aumentaban el valor, daban el pensamiento de luchar contra el mal y de vencerlo.

Se equivocó el hombre de mundo; creyó que la emoción acusada por aquel respirar violento la causaba su gallarda y próxima presencia, creyó en un influjo puramente fisiológico y por poco se pierde.... Buscó a tientas el pie de Ana... en el mismo instante en que ella, de una en otra, había llegado a pensar en Dios, en el amor ideal, puro, universal que abarcaba al Creador y a la criatura.... Por fortuna para él, Mesía no encontró, entre la hojarasca de las enaguas, ningún pie de Anita, que acababa de apoyar los dos en la silla de Edelmira.

Llegóse más, y entre ellos vio una gallarda señora sobre un palafrén o hacanea blanquísima, adornada de guarniciones verdes y con un sillón de plata. Venía la señora asimismo vestida de verde, tan bizarra y ricamente que la misma bizarría venía transformada en ella.

Ha sido menester que salga V. de paseo con una sobrina suya, y que esta sobrina tenga una amiga, y que esta amiga vaya con ella, para que el amor paternal, que vivía latente y ni siquiera sospechado allá en las profundidades de su magnánimo corazón, se revele de pronto y gallarda y briosa muestra de .

La Saboyana del Bosque de Bolonia. Una Colegiala. Cuestion atrasada. Curiosidades. A última hora. Es el último dia que el brigadier Rotalde piensa permanecer en Paris, y estoy en el caso de hacerle los honores que son debidos al que se va. Poco despues de las diez de la mañana, estamos en la Plaza de Vendome, en cuyo centro se levanta una enorme y gallarda columna.

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