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Ni Colón, ni Galileo, ni Arquímedes han prestado a la humanidad un servicio como el que y yo vamos a prestarle... Dame agua dijo con voz débil el niño, dejando caer su cabecita hacia atrás. D. Pantaleón se la alzó; pero como no podía ya sostenerse sentado, lo tendió sobre la mesa y fue a buscarle agua. El fuego de la inspiración ardió de nuevo en las pupilas del sabio.

Esto todo sea con perdón del antojo del Galileo y el del gran don Juan de Espina , cuya célebre casa y peregrina silla son ideas de su raro ingenio; que yo hablo de antojos abajo, como de tejas, y salvo la óbtica destos señores antojadizos que han descubierto al sol un lunar en el lado izquierdo, y en la luna han linceado montes y valles, y han visto a Venus cornuta.

51 ¿Nuestra ley juzga por ventura a hombre, si primero no oyere de él, y entendiere lo que ha hecho? 52 Respondieron y le dijeron: ¿No eres también galileo? Escudriña y ve que de Galilea nunca se levantó profeta. 53 Y se fue cada uno a su casa. 1 Y Jesús se fue al monte de las Olivas. 2 Y por la mañana volvió al Templo, y todo el pueblo vino a él; y sentado él, les enseñaba.

Refirióse entonces que el monte Athos era precisamente aquella montaña á la cual transportó el diablo á Jesús el Galileo para mostrarle todos los reinos de la tierra extendidos á sus pies: Europa, Asia y las islas del mar.

En la imaginación de ambos, cuando culminaba el sol sobre sus cabezas, aquella hermosa ciudad se mostraba envuelta en las densas sombras de media noche, merced al imperioso giro del firmamento todo, que daba rapidísimas vueltas e iba iluminando alternativamente nuestra pobre morada, o merced acaso al rodar de la tierra que en Salamanca, en Coimbra y en Sevilla habían presentido y sospechado antes de que Galileo lo sintiese y lo asegurase.

La señora Lenclos posee un Instituto de Belleza en una tiendecita muy blanca situada en un entresuelo de la calle de Galileo. Un amplio escaparate y una puerta exigua.

Algunos astrónomos y hombres de ciencia muy antiguos como Cleomedes, Plinio y Plutarco, sospecharon que era debido a la influencia de la Luna; pero no lo aseguraban de un modo terminante. Hasta Galileo y el ilustre Kepler andaban todavía en dudas. Newton fué el primero que demostró la posibilidad de que ese fenómeno fuera debido a la atracción de la Luna.

66 ¿Qué os parece? Y respondiendo ellos, dijeron: Culpado es de muerte. 67 Entonces le escupieron en su rostro, y le dieron de bofetadas; y otros le herían con las varas, 68 diciendo: Profetízanos, oh Cristo, quién es el que te ha herido. 69 Y Pedro estaba sentado fuera en el patio; y se llegó a él una criada, diciendo: Y con Jesús el Galileo estabas.

Y él contestaba en sus adentros: ¡ vuelvo á España! Efectivamente volvió. Antes disponia de quinientos millones: ahora, de mil. ¿Cómo lo hizo? Á esta pregunta contesto yo con otra pregunta: ¿cómo hizo Galileo para hallar modo de pesar el aire?

Y cuando el Galileo se transfiguró y se cernió en la luz increada con los dos profetas Moisés y Elías, desde el monte Thabor se elevó. Cuando murió entre dos ladrones, en la cima de una montaña le crucificaron, y cuando vuelva, según la profecía, rodeado de santos y de ángeles, y asista al castigo de sus enemigos, también lo hará en una montaña, pero al tocarla con la planta la romperá.