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Actualizado: 29 de julio de 2025
En seguida se ofrecen a nuestra memoria Colón, Vasco de Gama, Magallanes, Vives, Suárez, Victoria y Domingo de Soto, Ignacio de Loyola y Lutero, Rafael y Miguel Ángel, Ariosto, Camoens y Shakespeare, Galileo, Baccon y Copérnico, y otro centenar de varones extraordinarios, en toda clase de obras propias del ingenio y del entendimiento humanos y para todos los gustos, creencias y doctrinas.
Suele éste consistir en presentar, de antemano, extremándolos, los argumentos más poderosos que contra mi tesis pueden dirigirse, y en decir luego, si licet in parvis magnis exemplibus uti, lo que dicen que dijo Galileo: e pur sí muove.
La de Mesía no reconocía la victoria; reconocía una ventaja pasajera... fue discreta, suavemente irónica, no quería decir: «Venciste, Galileo» sino «hasta el fin nadie es dichoso». De Pas comprendió, con ira, que el del balcón no se daba por vencido. ¡Va hermosísima! decían en tanto las señoras del balcón de la Audiencia. ¡Hermosísima! ¡Pero se necesita valor! Amigo, es una santa.
Ello es lo cierto que con aplicación y estudio sería fácil demostrar que en el siglo XVI apenas hubo audacia científica o filosófica, condenada en otras naciones, que a pesar de la Inquisición no hallase acogida entre nosotros: sistemas de Copérnico y de Galileo, transformación de las especies, generación espontánea, seres racionales distintos de la prole de Adán y de los ángeles, y en suma, cuanto a un escritor o pensador se le ocurriese soñar, probar o dar por demostrado, como no transcendiera a judaizante, morisco, luterano o calvinista.
Cuando llegamos a casa, me miró fijamente, como si yo fuese una persona mayor. «Oye, Luis me dijo , y acuérdate bien de esto. En el mundo no hay más que un "Señor": Nuestro Señor Jesucristo, y dos "señoritos": Galileo y Beethoven...» El músico miró amorosamente el busto de yeso que desde una rinconera contemplaba el cuartucho con entrecejo de león y ojos huraños de sordo.
Jamás la Inquisición de España se regaló ajusticiando víctimas tan ilustres como Servet, Vanini y Bruno. Jamás la Inquisición de España condenó, sino que aplaudió, defendió y ensalzó á Copérnico, á Galileo y á otros sabios, á quienes en tierra donde no había Inquisición condenaban.
Copérnico y Galileo fueron los primeros en descubrir y demostrar esas dos grandes verdades astronómicas. Duración del año.= La duración del año, esto es, del tiempo que la Tierra tarda en efectuar una de sus revoluciones alrededor del Sol, ó bien, del tiempo que transcurre entre dos pasos por el mismo equinoccio, es de: 365 días 24 ó 365 días 5 horas 48 minutos y 47 segundos.
Los primeros que lo intentaron fueron obligados a volver a la Escritura, como Galileo, o excluidos de la sociedad cristiana, terrible cosa en un principio, porque importaba la pérdida de todos los beneficios sociales, y que se ha vuelto innocua desde que ha llegado a ser más apetecible la sociedad de los excomulgados que la de los comulgados.
Pues como Galileo pesaba el ambiente atmosférico, pesa D. José Salamanca los negocios: Como Galileo arreglaba su ciencia, arregla D. José Salamanca la suya. Estalla una revolucion; los revolucionarios invaden la casa del banquero, y la queman. El banquero huye; el banquero emigra. Á poco vuelve de la emigracion. ¿De qué manera vuelve? Antes disponia de mil millones; ahora dispone de dos mil.
Este país suele mandarnos grandes novelas: en 1300, la de Dante; en 1500, la de Amerigo; en 1600, Galileo. ¿Cuál es, pues, ahora la que viene de Florencia? ¡Oh! Aparentemente muy insignificante; pero ¿quién sabe? Inmensa por los resultados. Es un discurso de pocas páginas, un opúsculo médico. No atrae por su título; más bien es repulsivo.
Palabra del Dia
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