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Actualizado: 4 de julio de 2025


Al tablado llegando, celebraron Su muerte, con dolor y luto puesto; Sintiendo pena de ello y gran mancilla Los galanes y damas de la Villa.

Pobre soy yo dijo el alférez , y en punto á orgullo no me trueco por un portugués. ¿Y qué tal? ¿es buen mozo? No tanto como vos dijo la Mari Díaz , pero aun así puede presentarse sin miedo donde haya galanes... se entiende siempre, después de vos. Muchas gracias por la fineza, prenda mía; aunque no me satisface mucho vuestra opinión. ¿Y por qué no?

Para ellas, y a sus años, un baile se compone de muchachas, aderezos, adornos, polquistas y galanes: los jugadores de whist no son tenidos en cuenta... no existen; son cuatro asientos vacíos en un salón. Pero, chica, ¿no has pensado nunca en ello? Jamás. ¿Ni aun en sueños? ¿En sueños? no tengo tiempo: duermo perfectamente. ¿Y no te ha indicado nada tu madre? Nada.

El sublime concepto que de ellas tenemos se cifra en cierta sentencia que Calderon, no una, sino varias veces, pone en boca de sus galanes: Que si el hombre es breve mundo, la mujer es breve cielo.

Durante la ausencia del Conde no se presentó la Condesa en reuniones ni en teatros; vivió bastante retirada, pero no faltaron galanes y pretendientes que procurasen hacerse amar de ella. La Condesa los desdeñó a todos.

Pero campaña que la mujer emprende tarde ó temprano la gana, y así sucedió entonces, que á cabo de algún tiempo la pragmática quedó sin cumplimiento y volvieron á verse por las tortuosas calles de Sevilla y á todas horas, lo mismo que antes, las misteriosas tapadas, cebo de galanes, y que eran nota tan característica en la España de aquellos tiempos.

La tal pragmática sobre trajes, aunque reproducía algunas disposiciones de otras, era más estrecha y tenía nuevas y grandes disposiciones que no dejan de ser curiosas y que causaron no poco disgusto á los galanes sevillanos, muy dados al lujo en sus trajes y personas.

Muchos de los que allí se reunían eran sus parientes, algunos habían parlado y chanceado con ella en los locutorios de la Encarnación y de San José; otros, más ancianos, la conocieron muchacha, con harto amor a las galas y a los olores y poniendo motes a los galanes.

En otra se encuentra una alusión á los espectadores; y su clasificación en senado, auditorio, oyentes, anfiteatro, coliseo, galanes, damas, fregonas, ilustres, nobles, plebeyos, tocas, gorras, caperuzas, mosquetes y no mosqueteros.

A Miguel Diaz 14 ducados por una danza de espadas. A Juan Jiménez, zapatero, 20 ducados por la danza de los gitanos. A Cristóbal de la Cruz 20 ducados por la danza de los galanes. A Melchor de San Miguel 200 rs. por la danza de los salvajes. A Luis Diaz, Dorador, 35 ducados por el carro de La Viña del Señor. A Diego de Santiago 20 ducados por una danza de moriscos.

Palabra del Dia

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