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Actualizado: 8 de mayo de 2025


No la veía bien, envuelta como iba en un gran velo azul que descendía de su gorra de viaje, anudándose sobre el gabán de seda amarilla; pero era muy hermosa... ¡Y qué conversación! ¡Y qué saber de cosas!...

Moriría al pie del cañón, a los pies de su tiple, sobre los escombros de su pasión, de su Zaragoza.... No disparatemos, seamos positivos se dijo. Y se llevó las manos a los bolsillos con gesto de impaciente incertidumbre... ¿Si habría dejado aquellas onzas en casa del infame?... No... estaban allí, en el bolsillo interior del gabán... ¡lo que era el instinto!

¿Pues y la escrupulosa revista de roturas que pasaba cada día á sus dos pantalones, y los remojos, planchados y frotamientos con que martirizaba su gabán, prenda inocente que había encontrado un purgatorio en este mundo? En cuanto á su sombrero, basta decir que era un problema de longevidad.

Habían bajado la gran escalera del club; estaban en el vestíbulo, ella envuelta en una capa de seda con bordados de oro y ricas pieles, que le recordaba sus salidas de la Opera de París; él con el gabán abierto y un sombrero flexible forrado de seda.

Como mi padre me ha prohibido que ande de noche sin abrigo, metime en la cabaña de Romolinos, y la Nela corrió a mi casa a buscarme el gabán. Al poco rato de estar en la cabaña, acordeme de que un amigo había quedado en esperarme en casa; no tuve paciencia para aguardar a la Nela, y salí con Choto. Pasaba por la Terrible, cuando le encontré a usted.... Pronto llegaremos a la herrería.

Las hiperbólicas alabanzas que D. Francisco hacía de Golfín la llevaban como por la mano a otro orden de ideas, y arrugando el ceño, ponía cara de pocos amigos. «Cuando pienso en la cuentecita que me va a poner esta Santa Lucía con gabán decía , me tiemblan las carnes.

A pesar de su traje seglar, había en este personaje no qué de frailuno. Su cabeza parecía hecha pura la redondez del cerquillo, y ancho gabán que envolvía su cuerpo, más que gabán, parecía un hábito. Tenía la voz muy destemplada y acre; pero sus movimientos eran sumamente expresivos y vehementes.

Mas el viejo, al notar que le perseguían, zambulló el rostro en su gran cuello de pieles, y ocultando con presteza en el bolsillo del gabán algo que en la mano llevaba, entróse prontamente en el cuarto contiguo al de Jacobo. Quedósele este mirando sorprendido y receloso, y dudando entonces de que fuese el tío Frasquito, entró también en su aposento.

Era un señor grueso que salía cargado con unos paquetes de un ultramarinos; yo lo he visto por la espalda; llevaba un sombrero puntiagudo y el cuello del gabán levantado. Este es Sarrió he dicho ; ese sombrero no lo tiene nadie más que Sarrió; y el llevar el cuello levantado significa que, como viene del mediodía, tiene frío.

A las justas observaciones que le hice, de que iba a calarse hasta los huesos, contestó que todo lo que tenía encima era water-proof el sombrero, el gabán, los pantalones, los guantes, las botas, todo. Le abandoné a su suerte. ¿Es eso creíble, Rafael? dijo la condesa. Es más; es probable dijo el general ; ningún inglés se va nunca a la cama sin haber hecho una extravagancia.

Palabra del Dia

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