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Actualizado: 26 de mayo de 2025
Mi amo, pues, como más nuevo en la venta y muchacho, dijo: -Señor huésped, déme lo que hubiere para mí y mis criados. -Todos los somos de V. Md. -dijeron al punto los rufianes-, y le hemos de servir. Hola, güésped, mirad que este caballero os agradecerá lo que hiciéredes. Vaciad la dispensa. Y, diciendo esto, llegóse el uno y quitóle la capa, y dijo: -Descanse V. Md., mi señor.
Vuelva a su juicio dijo el Gúesped ; que aquí no hay almidones ni toda esa tropelía de disparates que ha referido, y mucho mejor fuera llevalle a casa del Nuncio , donde pudiera ser con bien justa causa mayoral de los locos, y metelle en cura; que se le han subido los consonantes a la cabeza, como tabardillo.
Con esto, se fueron arrojando de las cabalgaduras, y los maridos, muy severos , apeando en los brazos a sus mujeres, llamando todos al Güésped, «y él de nada se dolía» . La Autora se asentó en una alhombrilla que la echaron en el suelo; las demás princesas, alrededor, y el Autor andaba solicitando el regalo de todos, como pastor de aquel ganado.
Volviéronse, con esto, a sentar a comer de los despojos que había dejado el enemigo, muy de espacio, y estando en los postreros lances de la comida, entraron algunos mozos de mulas en la venta, llamando al Güésped y pidiendo vino, y tras ellos, en el mismo carruaje, una compañía de representantes que pasaban de Córdoba a la Corte, con ganas de tomar un refresco en la venta.
Salió, en esto, el Güésped en camisa, los pies en unas empanadas de Frenegal , cinchado con una faja de grana de polvo el estómago, y un candil de garabato en la mano, diciendo que se sosegasen; que aquel ruido no era de cuidado; que se volviesen a sus camas, que él pondría remedio en ello.
El Poeta dijo entonces: Mucho mayor alboroto fuera si yo acabara aquella comedia de que tiene vuesa merced en prendas dos jornadas por lo que le debo, que la llamo Las Tinieblas de Palestina, donde es fuerza que se rompa el velo de el Templo en la tercera jornada, y se escurezca el sol y la luna, y se den unas piedras con otras, y se venga abajo toda la fábrica celestial con truenos y relámpagos, cometas y exhalaciones, en sentimiento de su Hacedor; que por faltarme los nombres que he de poner a los sayones no la he acabado. ¡Ahí me dirá vuesa merced, señor Güésped, qué fuera ello!
Palabra del Dia
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