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Actualizado: 19 de junio de 2025


El futuro suegro de mi amita, D. José María Malespina, que no tenía parentesco con el célebre marino del mismo apellido, era coronel de Artillería retirado, y cifraba todo su orgullo en conocer a fondo aquella terrible arma y manejarla como nadie. Tratando de este asunto era como más lucía su imaginación y gran desparpajo para mentir.

Quería subir, saltar de la clase de los parias dedicados al trabajo a la de las «personas decentes»; y con el imperio y la concisión de la señora absoluta que no admite réplicas, expuso a su marido el futuro plan de vida.

Pues a hacer una empanada de jamón. La niña levantó la cabeza sonriendo a su futuro cuñado y emprendió de nuevo la tarea. Estaba colocada en pie delante de una mesa baja destinada, a juzgar por su lustre, a la operación que ejecutaba. Tenía puesto un enorme delantal blanco cómo el de las cocineras y en la cabeza una cofia también blanca.

Además llevaba gastados muchos miles de francos en planos del futuro palacio. Pintores, arquitectos y jardineros-paisajistas trabajaban incesantemente para ella, exprimiendo su imaginación y haciendo estudios en el pasado. Quería plantar ante el Mediterráneo un enorme castillo escocés, lo más escocés que pudiera idearse: «una novela de Wálter Scott hecha de piedra», resumía la princesa.

Dos años después el futuro poeta huía de su pueblo para ir á establecerse en Pont-Audemer, donde, mientras se dedicaba á aprender el oficio de tipógrafo, escribió un drama en tres actos.

Y por esto y como contase Simoun que los tulisanes estaban muy bien provistos de escopetas, fusiles y revólvers, y que contra semejantes individuos un hombre solo por bien armado que estuviese no se podía defender, S. E. para evitar en lo futuro que los tulisanes adquieran armas, iba á dictar un nuevo decreto concerniente á las pistolas de salon.

La vieja le recibía con grandes ademanes de admiración. ¡Qué guapo! ¡Qué señorito tan arrogante! Todo el barrio conocía su entusiasmo por aquel nieto que era un sabio, un futuro personaje, del que hacían, según ella, gran caso en Madrid.

Chomín se ahogó en un naufragio, y la viuda, llevando en brazos al futuro doctor Aresti, que entonces tenía seis años y se miraba con asombro el negro trajecito, lloró desesperadamente por todos los rincones de la casa de su hermana. No te apures, mujer decía el señor Juan. Otras están peor que , que tienes á tu hermana y me tienes á . No morirás de hambre, ya que según parece, voy para rico.

El anciano médico se alargó todavía bastante dándole consejos sobre su proceder en lo futuro. El joven le escuchó religiosamente, concediéndole la razón en su interior. Cuando hubo terminado, se levantó y quiso pagarle. El médico no lo consintió: sentía mucha simpatía hacia los jóvenes escritores, y en el caso presente comprendíase que la simpatía era aún más viva.

En suma, si pasajeros del momento presente, tenemos por lo menos la aspiración ideal de considerarnos ciudadanos definitivos de una ciudad más perfecta, que está aun por fundar, y trabajamos para fundarla, ¿qué nos impedirá ser más felices, como premio de tal esfuerzo en el futuro?

Palabra del Dia

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