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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Al cabo, entre lo más remoto de su progenie, halló ciertos Peñascales que le convinieron, pues sobre salirse este apellido de la rutina forestal de los demás, amén de ser muy sonoro, tenía sus ribetes de empingorotado. Pero no era cosa de prescindir totalmente del que había usado hasta entonces, por más de una razón que tuvo presente.
Hacia las ocho de la mañana apareció repentinamente un hombre entre el gran y el pequeño Donon; los centinelas lo descubrieron en seguida; el hombre descendía agitando el sombrero. Pocos minutos después se le reconoció: era Nickel Bentz, el antiguo guarda forestal de Houpe.
El forestal, envanecido de absorber por completo la atención de su superior, le iba dando toda clase de noticias técnicas. Y hacía más de un cuarto de hora que hablaba, cuando Delaberge, al través de las prolijas frases de su subordinado, oyó a la señora de Voinchet que decía: ¡Ah! por fin... Ya comenzaba usted a inquietarme... Muy tarde llega, amiga mía.
Ya les indemnizaremos construyéndoles un magnífico camino. ¿Les indemnizarán ustedes también de la pérdida de tiempo y de la mala calidad de los pastos?... Los bosques de Carboneras están llenos de pantanos y si usted conociese el país, señor inspector general... Lo conozco perfectamente repuso Delaberge, pues en Val-Clavin comencé mi carrera forestal.
Las hayas y los robles crecían fuertes y sanos, elevando al espacio su frondoso ramaje. El herbaje era excelente y variadísimo, llenando el aire con sus aromas. Además un hermoso camino forestal seguía toda la cresta de la colina y descendía luego suavemente hacia Val-Clavin.
En los terrenos elevados es montuoso y feraz, produciendo abundantes cosechas de todo cuanto se siembra. La producción forestal de este distrito es imposible fijarla con precisión por falta de reconocimientos y estudios que lo determinen; sin embargo, tenemos noticia de que existe la teca, molave, narra, yacol, ipil, dungon, mangachapuy, camagón y otras especies arbóreas. Comercio.
Llevado de un colegio a otro colegio hasta el día de su entrada en la Escuela Forestal, puede decirse que no conoció el pueblo en que había nacido, y por consiguiente, nada sabía de aquellos cariños que lentamente se forman en el corazón del hombre y le unen para siempre a la provincia en que nació, a la casa en que se hizo hombre, a las piedras, a los árboles, a los horizontes que cada día sus ojos contemplaron.
Tomado así como testigo, Delaberge preguntó con su aire gravemente amable: ¿De qué se trata, señora? De ese deslinde que la Administración forestal quiere imponer. Palabras muy duras son éstas objetó Delaberge riendo.
Y la prueba es clara. La Revista Forestal publicó todos los artículos de Navarro Reverter; de los míos, ni uno solo. Si mi argumentación hubiera sido frívola, ya los hubieran reproducido.
Palabra del Dia
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