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Actualizado: 25 de mayo de 2025


Y como yo quisiese salir a enviar por médico, «no llames a nadie, Florela, me ha dicho, que no quiero que nadie vea el triste espectáculo del dolor que en causa la no esperada y tirana desventura mía; y llévame a tu lecho, amiga Florela, mientras que pasa esta cruel fuerza del dolor que me acaba

Y estando en esto, entró en el cenador Florela, ya repuesta en su natural y propio traje de doncella, y arrimose a doña Guiomar y quiso hablarla en secreto, pero ella le dijo: Dime alto lo que tuvieres que decirme, que no hay necesidad de que estos, mis buenos amigos, crean que yo tengo algo oculto, y a más que es descortesía.

La justicia tomó por el atajo; dejó una guardia de alguaciles con los muertos, y asimismo, para que la casa guardasen; envió al hospital los heridos, y a todos los otros, sin exceptuar a Margarita ni a Florela, se los llevó a la cárcel y los encerró.

Declaró Margarita cómo a Cervantes había conocido cuando el entierro de su madre, y conteste estuvo con Florela. Ninguna de las dos declararon que Cervantes hubiese permanecido en la casa; y como Cervantes no había entrado en ella sino a trasmano y secretamente, conducido por Florela, ninguno de los de la casa sabía que en ella había estado aquella noche, y nada referente a él declarar pudieron.

¡Ay señor! dijo Florela, que yo, cuando mi ama se fue a la visita de ese familiar, que Dios confunda, que a buscarla vino, entre la espesura del cenador acechando quedeme, y lo que con doña Margarita hablasteis, y vi que vuestra la hicisteis; y como tanta es, ya os lo dije, la lealtad que a mi señora tengo y el agradecimiento a que ella me obliga por el amor que me tiene, sabedora de todo la hice.

Oye, pues, Florela amiga, y dime lo que de esta carta juzgas, y ayúdame con tu ingenio, que yo estoy tan turbada, tan confusa y tan cobarde, que, como ya te he dicho, no qué haga, ni qué deje de hacer, ni qué espere, ni qué tema.

Acongojose con esto doña Guiomar, y al suelo viniera traspuesta, si no la sostuviera en sus brazos su fiel doncella Florela; y cuando todo pasó y renació el silencio y tornó la calma; bañados en lágrimas los dulces ojos y la bella color mudada, dijo a Florela con una voz en que se entendía claramente lo que en su alma había de temor y de esperanza: ¡Ay, amiga Florela, que si esto es amor, a Dios pluguiera que nunca hubiera yo amado en mi vida! ¿y quién había de decirme a que a tal punto había de traerme un hombre a quien no más que tres veces he visto, y aun así como sombra que pasa, o mentida imagen de un sueño, que al despertar se pierde?

Suspensa el alma, la mirada anhelante y fija por descubrir lo que envolvía en sus sombras la oscura calle; aguzando el oído por coger una palabra, entre el murmullo de las voces de los que hablaban bajo sus miradores, que le fuese indicio de quiénes eran los que en aquella hora la rondaban, la hermosa indiana estúvose con su doncella Florela; y asomándose a la entreabierta vidriera de una ventana de su cámara, en la cual había matado la luz, toda era cuidado y toda congojas; que enamorada estaba, no embargante su viudez, lo que decía con harta elocuencia que, o no había amado al difunto marido, o que le había amado tanto, que, por la dulce costumbre, sin amor no podía pasarse.

Y luego seguía la forma de derecho. Hallose asimismo encerradas y temblando, en el aposento de doña Guiomar, a Margarita y a Florela, que como el vulgo dice, murieron por Dios, y no salieron de decir que ellas no sabían nada, sino que cuando se armó aquel no esperado tumulto, Florela se había entrado espantada en el primer aposento que había podido, que había sido aquel en que Margarita estaba, y que de miedo no les sobreviniera algún mal, la puerta habían cerrado y permanecido allí asustadas.

El amor de Margarita por Cervantes, y la lealtad de Florela a su señora y sus miramientos por su honra, hicieron que aquellas dos mujeres callasen de tal modo, que en el proceso no pudo aparecer el nombre de Miguel de Cervantes sino como por incidencia y libre de todo cargo, porque no se sabía sino que él había amparado a doña Margarita, y llevádola a doña Guiomar para que la amparase mejor.

Palabra del Dia

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