Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 24 de junio de 2025


«Y su sobrina, la señorita de Rufete, que acaba de llegar de París...». Isidora miró a Miquis con tan indignados ojos, que el estudiante no se atrevió a seguir. El conserje echó una mirada a la poco flamante levita de D. José y al traje sencillamente decoroso de Isidora, sin hallarse completa armonía entre el vestido y las personas.

Sin ruido, sin ruido se puede discutir todo dijo don Nepo, que quería hacer hablar al imbécil para ver por dónde desembuchaba y qué leyes le había metido en la cabeza el abogadillo flamante. Sin ruido y sin apasionamiento se atrevió a apuntar el respetable y mofletudo Körner, que se creía en el caso de intervenir en sentido conciliador.

En general, esta clase de comedias se distinguen por su frialdad y por cierto cansancio, cuando se comparan con el fuego juvenil de las primeras y con el flamante vigor de las segundas, enumerándose, entre ellas, muchas composiciones mitológicas, destinadas á la celebración de fiestas ó á otras solemnidades análogas, como, por ejemplo, Duelos de amor y lealtad, El conde Lucanor, etc.

Iba caminando lentamente por la de las Infantas, meditando sobre el plan de la noche o sea el modo de pasarla más divertido, y saboreando un buen cigarro habano, cuando de pronto ¡zas! recibo un fuerte golpe en la cabeza que me hace vacilar; el flamante sombrero de copa fue rodando por un lado y el cigarro por otro.

También asisten a las carreras dos miembros de nuestro flamante gobierno, en representación, según me dicen, del excelentísimo señor Presidente de la República, hombre poco dado a lo ostentatorio de los grandes festivales, sobrio en sus costumbres, un tanto cartujas.

Un zumbido de avispero sonaba en el paseo, tan silencioso y desierto por las mañanas, y algunas familias ingenuas conversaban a gritos, provocando la sonrisa compasiva de los que pasaban con la mano en la flamante chistera, saludando con rígidos sombrerazos a cuantas cabezas asomaban por las ventanillas de los carruajes.

No sonaba como los otros vehículos de Villaverde, como carro viejo o diligencia desvencijada. Resonaba con ese ruido uniforme, compacto, de los trenes suntuosos, que nos hacen presentir mujeres hermosas y en privanza. Volví la vista y me encontré con un carruaje abierto, nuevo, flamante, de ruedas altas y ligeras en las cuales centelleaba el sol.

Se revolvió medio Madrid para el bautizo; medio Madrid, que le comió al marqués, digo, al abuelo, medio costado; se consiguió elegir los padrinos entre lo más cogolludo de la nobleza, y se le pusieron al flamante heredero todos los nombres de los grandes reyes, de los mayores santos del cielo, de todos los conquistadores célebres, y de los más gloriosos poetas y artistas de la tierra.

Iba caminando lentamente por la de las Infantas, meditando sobre el plan de la noche a sea el modo de pasarla más divertido, y saboreando un buen cigarro habano, cuando de pronto ¡zas! recibo un fuerte golpe en la cabeza que me hace vacilar; el flamante sombrero de copa fue rodando por un lado y el cigarro por otro.

Acaso sea todo ello ensueño ingenioso de los sabios que se dedican a la Prehistoria. Permítasenos dudar de las afirmaciones de esta ciencia flamante. Prescindamos de ella.

Palabra del Dia

irrascible

Otros Mirando