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Actualizado: 2 de junio de 2025
Hablo de la multitad de judíos portugueses, que huyendo de la Inquisición fueron casi todos á refugiarse á Amsterdam y en otras ciudades de Holanda y Francia, donde escribieron en castellano poesías, novela, filosofía, religión, política y otras ciencias.
Dios no está ligado por las leyes que él mismo ha prescrito á las hechuras de sus manos: por consiguiente puede obrar sobre y contra esas leyes, y así es dable que existan una serie de hechos y revelaciones de un órden superior al natural y social: de aquí el estudio de la religion ó filosofía religiosa.
Poco importa el nombre si se conviene en el hecho; sentido comun, sea ó nó la expresion mas adecuada para significarle, es cuestion de lenguaje, nó de filosofía. Lo que debemos hacer es examinar si en efecto existe esta inclinacion de que hablamos, bajo qué formas se presenta, á qué casos se aplica y hasta qué punto y en qué grado puede ser considerada como criterio de verdad.
Con la llaneza de Astarte, con sus tiernas razones de que empezaba á sonrojarse, con sus miradas que procuraba apartar de él, y que en las suyas se clavaban, se encendió en el pecho de Zadig un fuego que á él propio le pasmaba. Combatió, llamo á su auxîlio la filosofía que siempre le habia socorrido; pero esta ni alumbró su entendimiento, ni alivió su ánimo.
¿Cuál es el método mas á propósito para comprender el espíritu de una época, formarse ideas claras y exactas sobre su carácter, penetrar las causas de los acontecimientos, y señalar á cada cual sus propios resultados? Esto equivale á preguntar cuál es el método conveniente para adquirir la verdadera filosofía de la historia.
Como Jorge discurre muy bien y sabe mucha filosofía, justifica su aserto con razones que por ser muy atinadas y, sobre todo, por ser suyas, a mí me parecen definitivas. Yo creo a mi marido con amor, que es la forma de credulidad más profunda. A las once comenzaron a llegar las amigas de mis sobrinas, un grupo de muchachas presentadas en sociedad este mismo año o el anterior.
Los elementos de la humana inteligencia eran absolutamente los mismos de que dispone el bruto; pensar no era mas que sentir mejor. Tal era el último término del análisis, tal el resultado de la mas delicada observacion, tal la solucion que á los problemas del entendimiento del hombre encontrara la mas profunda filosofía.
Coexistir pues los seres, es existir; sucederse, es ser los unos y no ser los otros: el ser se refiere solo á lo presente; lo pasado y lo futuro no es ser; solo es lo que es; nó lo que fué ó será. Aquellas palabras del sagrado texto: «Yo soy el que soy; el que es, me envió á vosotros;» envuelven una verdad profunda, una filosofía asombrosa, una ontología admirable.
Un libro nuevo, bien impreso, satinado y limpio, no encaja bien entre aquellas dignas y graves óperas, preñadas hasta reventar de latín y de ciencia. Nuestro sabio torna a la portería meditando todo esto, y escribe sobre otra papeleta el título de un libro sobre filosofía, del siglo trece.
Don Ramón estaba ya acostumbrado a estas cóleras insensatas y no hacía caso alguno de ellas por haberle persuadido, no se sabe quién, de que era achaque común de todos los jóvenes que estudiaban filosofía y letras.
Palabra del Dia
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