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Actualizado: 7 de junio de 2025
Estos días festivos fueron los destinados principalmente más tarde á la representación de los misterios y moralidades, cuyo origen debe buscarse en esos ritos antiguos del culto divino.
¡Tú no eres mi hija! ¡Tú no eres mi Perla! dijo la madre con aire semi risueño, porque frecuentemente en medio del más profundo dolor le venían impulsos festivos. Díme, pues, quién eres y quién te ha enviado aquí. Dímelo, madre mía, respondió Perla con acento grave, acercándose á Ester y abrazándose á sus rodillas, dímelo, madre, dímelo. Tu Padre Celestial te envió, respondió Ester.
Para viajar en el interior, fuera de los ríos y del ferrocarril, existen caminos que pueden recorrerse en diligencias algunas veces y a caballo en otras. Paraguay posee muchos lagos, que son frecuentados por los que buscan diversión en los días festivos y por los que desean recuperar la salud.
Al día siguiente, cuando el sol había rebasado las áridas colinas de arena, los convidados habían desaparecido de los festivos salones del señor Tomás. Las luces ardían aún pálidas y tristes en los desiertos salones, y en medio de este abandono, sólo tres personas se acurrucaban apretadas en un ángulo de la fría sala, formando confuso montón.
Condena enérgicamente los abusos inmorales, que se habían deslizado en las iglesias metropolitanas, catedrales y otras, y habla de los juegos escénicos, mascaradas, monstruos, espectáculos y diversas figuras escandalosas, que aparecían en las iglesias en las fiestas de Navidad, de San Esteban, San Juan, los Inocentes, cuando se cantaban nuevas misas y en ciertos días festivos, y de los desórdenes que producen, y de las poesías chocarreras y bufonadas que se oyen en ellas, sin reparar en que se celebra al mismo tiempo el culto divino, y que lo interrumpen y conturban.
Es frecuente en nuestros escritores festivos la alusión al oficio de Judas.
Hacía años que había contratado con el capitán la venta de la sidra, y aunque no tenía la taberna allí, sino en su propia casa, situada en el centro del pueblo, los días festivos solía trasladarse al lagar y hacer en él su comercio; porque la Bolera era el campo acostumbrado para los recreos del vecindario.
Lucía dio otros dos pasos, pero fue hacia Artegui, y con uno de esos movimientos rápidos, infantiles, festivos, que suelen tener las mujeres en las ocasiones más solemnes y graves, se apretó la holgada bata en la cintura, y manifestó la curva, ya un tanto abultada, de sus gallardas caderas. Sacudió la cabeza, y dijo: ¿Cree usted eso? Pues Don Ignacio.... ¡ya mandará Dios quien me quiera!
Era domingo, y la animación ruidosa y expansiva de los días festivos inundaba la acera izquierda del paseo. El tiempo era hermoso: una tarde de verano, con el cielo limpio de nubes, y en lo más alto, como un jirón de vapor tenue y apenas visible, la luna, esperando pacientemente que le llegase el turno para brillar.
Restringió las visitas al merendero, limitándolas a los días festivos; y mientras Amparo le elaboraba a mano los cigarrillos que acostumbraba a consumir, él leía, arrancando al pitillo recién acabado nubes de humo.
Palabra del Dia
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