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Actualizado: 27 de mayo de 2025


Cuál fuese la pompa, y lo que más importa, el santo fervor de devoción con que desde el primero al último veneraron estos nuevos cathecúmenos la Santa Cruz, no es fácil referirlo.

En el fervor juvenil de la inspiración usted hace lo contrario. Lejos de esquivar dificultades, se diría que las amontona, colocándolas como estorbo a su paso para saltar por cima como quiera que sea y derribándolo todo.

Creemos inútil advertir, que no es posible encontrar en las obras de Gil Vicente la profundidad de pensamiento y el fervor religioso, que caracterizan á los maravillosos autos de Calderón, y que hacen de ellos las producciones dramáticas más importantes que ha dado á luz el misticismo cristiano.

Replicaban los maldicientes que el gasto no pasaba de ser un medio indirecto de favorecer a los dos hermanos, y que no en cera insípida, sino en miel dulcísima, estaban fundadas aquellas relaciones. Lo que nadie podía negar era la piedad, el fervor, la devoción de Casilda y Damián.

El buen viejo hablaba con fervor de la conmovedora conversión de la señora, aunque confesando que el maldito lujo, perdición de tantas almas, todavía la dominaba.

Si no le fuese posible le ruego por la salvación de su alma que vaya a San José y ponga un cirio en el altar de Nuestra Señora y rece con fervor una salve por su desgraciado amigo que de veras necesita de sus oraciones. Godofredo LlotNo bien la hubo leído cuando, volviendo a echarse el mantón sobre los hombros, salió a la calle, montó en un coche y se hizo trasladar a la cárcel.

Recordó sus años de estudiante teólogo en San Marcos, de León, cuando se preparaba, lleno de pura fe, a entrar en la Compañía de Jesús. «Allí, por algún tiempo, había sentido dulces latidos en su corazón, había orado con fervor, había meditado con amoroso entusiasmo, dispuesto a sacrificarse en Jesús... ¡Todo aquello estaba lejos!

El Magistral, que debía predicar el día de la Virgen del Carmen, cae enfermo y encomienda a Quitolis, cuya ciencia y fervor religioso admiraba, que sea él quien predique aquel día, aunque hasta entonces no había predicado nunca. Sin previo estudio escrito acude y sube al púlpito Quitolis.

Y el poeta sagrado, franqueando las barreras del tiempo, nos conduce á lo eterno y á lo inmutable; nos enseña las relaciones de lo creado y de lo increado con el símbolo de la gracia, y á todas las naciones contemplando ese mismo símbolo, llenas de devoción y de fervor religioso.

Doña Luisa la observaba en la iglesia con celoso despecho. Tenía los ojos húmedos, lo mismo que ella; oraba con fervor, lo mismo que ella... pero no era seguramente por su hermano. Julio había pasado á segundo término en sus recuerdos. Otro hombre en peligro llenaba su pensamiento. El último de los Lacour ya no era simple soldado ni estaba en París.

Palabra del Dia

bagani

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