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Actualizado: 27 de mayo de 2025


Señor don Francisco Javier de Arriaza, primer Obispo de esta diócesis, empleó todos los esfuerzos de que eran capaces su autoridad y su fervor, contra tan profana ceremonia; que su sucesor hizo lo mismo, y que en el púlpito los oradores más afamados trabajaron con incansable celo en la propia obra; pero que todo fué en vano.

Rugía con creciente ira el viento, y la tronada se había situado sobre los Pazos, oyéndose su estruendo lo mismo que si corriese por el tejado un escuadrón de caballos a galope o si un gigante se entretuviese en arrastrar un peñasco y llevarlo a tumbos por encima de las tejas. ¡Con cuánto fervor empezó el capellán a guiar el Trisagio misterioso!

Si amor es lo que usted dice, si es morir en para vivir en el amado, verdadero y legítimo amor es el mío, porque he muerto en y sólo vivo en Vd. y para Vd. He deseado desechar de este amor, creyéndole mal pagado, y no me ha sido posible. He pedido a Dios, con mucho fervor, que me quite el amor o me mate, y Dios no ha querido oírme.

Allí nos hemos separado, pero antes de hacerlo, el desconocido al estrecharme contra su pecho con un fervor de amistad del cual yo me sentía orgulloso, y al prodigarme testimonios afectuosos de reconocimiento por un servicio sin importancia se ha dado a conocer, y ese desconocido, por quien mi corazón se había sentido tan atraído, ¡es el esposo de Eulalia!

Cuenta el señor vicario, que una hija suya de confesión tiene grandes escrúpulos, porque se siente llevada con irresistible impulso hacia la vida solitaria y contemplativa, pero teme a veces que este fervor de devoción no venga acompañado de una verdadera humildad, sino que en parte le promueva y excite el mismo demonio del orgullo.

Me estoy mirando en el agua, que es como un espejo replicó con la mayor inocencia, delatando su presunción. no necesitas mirarte. Eres hermosa como los ángeles que rodean el trono de Dios. El alma del ciego llenábase de entusiasmo y fervor. El agua se ha puesto a temblar dijo la Nela y no me veo bien, señorito. Ella tiembla como yo.

Quien más se adelantó en esto fue el propio amo de la casa, el señor don Alvaro Roldan, que era muy tentado de la risa. En varias ocasiones, hallando a Juanita sola, la requebró con más fervor que chiste y finura, y Juanita, que veía en aquel caballero sujeto a propósito para descargar su mal humor, le respondía siempre con feroz desabrimiento o con sangrienta burla.

Dios, alma mía, inspira admiración suma y fervor y entusiasmos y alegrías. Dios hace sonreir.... Dios hace gozar.... ¿Hace gozar? interrogó la muchacha, con ansiedad de antojo. Ya lo creo afirmaba la voz convicta y enamorada . Todo lo bello y santo de la vida, Dios nos lo da para disfrutarlo.... ¿No ves la noche, qué encantadora?... Pues es nuestra y de Dios....

No obstante, les predicó el santo varón la fe de Cristo con tanto fervor y espíritu, que si él no pudo luego reducirlos, viniendo poco después otro Misionero sacó de ellos fruto muy copioso. Y aunque el apostólico Padre se hacía tan cruda guerra á mismo, siempre le parecía todo poco por el ansia de padecer siempre más y más.

A fuerza de titularse «Madame Ojeda» había olvidado su verdadera situación, y se indignaba, con todo el fervor que inspira el derecho de propiedad, sólo al pensar que alguna mujer pudiera arrebatarle «su marido».

Palabra del Dia

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