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Actualizado: 25 de mayo de 2025


El amor ha sido obra del amor y no del diablo; pero en la dirección que toma tan bella pasión, ya el diablo interviene. No en balde ha logrado del mismo Dios el permiso de probar a Fausto; no en balde ha hecho pacto con él.

La Condesa de Alhedín tuvo con su hijo una larga conversación: le habló de la boda propuesta como de una gran dicha para su casa; como de un fausto suceso que merecería toda su aprobación, y trató de apartarle de los enredos galantes que le suponía, pintándole las delicias del hogar doméstico y repitiendo lo que otras veces había manifestado, de que ya era tiempo de que tuviese una familia, adquiriese otra gravedad y respetabilidad y emplease su vida y las altas prendas que Dios le había dado en asuntos serios, que redundasen en pro y mayor lustre de su nombre y en bien de su patria.

Sería menester, o verle desde muy lejos con un telescopio, o irle recorriendo a caballo, a todo galope, para conservar bien la impresión de lo que hubiese pintado en un extremo cuando al otro extremo se llegase. No se extrañe, pues, que vacilemos sobre el método que hemos de seguir para dar una idea del FAUSTO, y que, por último nos decidamos por hacer una división.

Si en el amor que Fausto inspira interviniese algún artificio o prestigio diabólico, la belleza de este amor, casi toda su poesía, y más aún su ulterior virtud, redentora y santificante, habrían de desvanecerse.

En sus amores, hay que atender a la nada severa moralidad de la época en que vivía. Y aun así, lo único censurable es el abandono de Federica Brion, cuya apoteosis hizo luego el poeta en la Clara de Egmont, en ambas Marías de Clavijo y de Goetz, en la Mignon de Wilchem Meister, y en la Margarita de Fausto.

Por cima del diablo, así como hay bien, hay mal inmensamente mayor de que Mefistófeles no podrá jamás curar el alma de Fausto. Fausto, para recibir algún bien del diablo, así como para someterse a su dominio, tiene que ahogar esa aspiración superior de su alma.

Por lo demás, espero, mi amigo, que Ud. lo juzgará con benignidad, siquiera sea porque MARTÍN FIERRO no va de la ciudad a referir a sus compañeros lo que ha visto y admirado en un 25 de Mayo u otra función semejante, referencias algunas de las cuales, como en Fausto y varias otras, son de mucho mérito ciertamente, sino que cuenta sus trabajos, sus desgracias, los azares de su vida de gaucho, y Ud. no desconoce que el asunto es más difícil de lo que muchos se lo imaginarán.

Veamos qué prendas tenía, con qué elementos contaba, y examinemos luego la obra misma, el FAUSTO, donde pretendió realizar su descomunal y titánico propósito. Goethe no es poeta sólo: es el escritor por excelencia.

Mientras tanto, D.ª Filomena, procurando ocultarse detrás de todas, gozaba en lo profundo de su corazón de aquel fausto suceso, que a ella sola se debía, acariciaba a su director con una mirada húmeda y suave donde se pintaba la ternura, el secreto y la sumisión. Obdulia se había retirado temprano, no pudiendo soportar tanta asquerosa adulación y el abandono de su amado confesor.

Verdaderamente, si en la segunda mitad del siglo XV, en que la humanidad dió cima á tan altas empresas, no hubo hombre mejor que Fausto, es menester confesar que la humanidad no vale un pito. Pero no es esto lo más singular; lo más singular es que Fausto, á quien el poeta nos presenta en las primeras escenas como un sabio de extraordinaria magnitud, resulta luego un tontiloco.

Palabra del Dia

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