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Actualizado: 25 de mayo de 2025
Fausto, al firmar con él un pacto, le trata como superior a inferior; como un amo a un lacayo; y está casi seguro de que el diablo no ganará nunca la apuesta; no le dará lo que él desea.
Harto se entiende que el diablo, que no es estúpido y que debía estar ya escarmentado, celebra este pacto por si topa, como si dijéramos, sabiendo que se expone á quedar burlado y estafado, y á que Fausto por intercesión de algún santo ó santa que abogue por él, se largue al cielo y deje al diablo con un palmo de narices.
Pero aun así, no se comprende, parece producto del frenesí, parece una pesadilla, tan larga alegoría. No obstante, la segunda parte del FAUSTO, por cima de todo lo alegado en contra, se lee con interés. Esto consiste, en que la alegoría poética tiene y seguirá teniendo siempre alguna razón de ser.
Tal, en el poema de Goethe, cuando la Elena evocada del reino de la noche vuelve a descender al Orco sombrío, deja a Fausto su túnica y su velo. Estas vestiduras no son la misma deidad, pero participan, habiéndolas llevado ella consigo, de su alteza de divina, y tienen la virtud de elevar a quien las posee por encima de las cosas vulgares.
Tan fausto acontecimiento deseo celebrar con la pompa de los inmortales, hoy que la Tierra, siguiendo su eterna carrera, ha vuelto á ocupar el mismo punto en su órbita, donde giraba entonces. Así, que yo, el Soberano de los dioses, quiero que comience la fiesta con un certamen literario.
La supuesta no inteligencia de la segunda parte, sólo puede explicarse por dos maneras. Y por ambas, no ya el FAUSTO, sino la obra más clara y más llana vendrá a ser ininteligible. El Quijote, pongamos por caso.
Para el héroe legendario es una gran fortuna que un poeta de mérito se apodere de él, pero mayor fortuna aún es la del poeta que logra dar con el héroe. Don Juan debe mucho a Tirso, y Tirso más a Don Juan, Lisardo a Espronceda y Espronceda a Lisardo. Del mismo modo debe mucho Fausto a Goethe y Goethe a Fausto.
Su modelo entonces es el Fausto de Goethe, o el Manfredo de Byron. Pasa unos cuantos años escribiendo un grandioso poema, del cual lee solamente de vez en cuando, en Academias y Ateneos algunos fragmentos que dejan en suspensión y espanto el ánimo de algunos amigos.
Por lo pronto, ocurre una cosa muy triste, pero inevitable, que se explicará con un ejemplo. Tengo yo un amigo pintor. Ha pintado lindamente a Fausto y Margarita, y a Julieta y Romeo. Varias veces le he rogado que pinte algo tomado de nuestra literatura dramática.
Aquí entra, en mi sentir, la inexplicable tontería, el idiotismo perverso del Fausto de Göethe, sobre todo en lo más humano y menos simbólico, en la primera parte, en sus amores con Margarita. No digo yo un caballero particular cualquiera, que no haya estudiado libro alguno y que se caiga de tonto, sino el propio Pedro Urdemalas no lo hace peor que Fausto lo hizo.
Palabra del Dia
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