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Actualizado: 20 de mayo de 2025
Antes que el joven tenga tiempo de tenderle la mano para ayudarla, ella pasa, rápida como un lagarto, por entre las piedras del cerco. Ya estoy aquí dice arreglando con la mano los pliegues de su falda.
Y la muchacha se quedó muda, obsesa en un pensamiento, llena la cara de una tristeza remota. Tenía cruzadas sobre la falda con indolencia las manos frías y pálidas, y miraba a Rita con expresión apagada, con una sonrisa mustia que causaba dolor.
Nadie oyó nunca chocar contra el fondo del barranco la piedra allí lanzada, ni hubo jamás en la comarca quien se aventurase a explorar aquella cavidad oscura, más oscura según iba siendo más profunda, y de cuyos bordes el ganado se apartaba medroso. No había más remedio que forzar de frente las trincheras de la falda de la montaña.
Desde por la mañana, bien temprano, grupos numerosos de muchachas salían de los arrabales y cruzaban la villa para tomar la carretera de Lancia, vestidas todas con la clásica falda de merino, negra o de color, y el floreado mantón de Manila atado a la cintura, zapatos descotados, pendientes de perlas, y la hermosa cabeza, sencillamente peinada, al descubierto.
Santa-María es una bella población, con mas de 21,000 habitantes, con mucha actividad y movimiento agrícolas, industrial y mercantil. Yace á la falda de una colina, dominando la márgen derecha del Guadalete, y está literalmente rodeada de huertos y viñedos. La estructura general es buena, notablemente su hermosa calle llamada Larga.
Viendo la excitación que su crimen había producido, se resolvió a abandonar la ciudad y emprendió viaje a Huancavelica, enterrando antes en la falda del San Cristóbal una parte de su riqueza. La esposa del intendente Solá era limeña, y a ésta se presentó el maestro Lucas ofreciéndole en venta seis magníficos anillos.
Efectivamente el declive del valle central está al nordeste, el de la falda del sud al norueste, en tanto que el de los repechos del norte se encuentra al este.
Las personas que viven siempre unidas Suelen á veces contemplar caidas Las hojas del amor y del placer; Hojas que de la espléndida guirnalda, Bajan de la belleza hasta la falda, Y el viento del dolor viene á barrer.
Había también una iglesia metodista cerca de un barranco; un poco más allá, en la falda de la montaña, una reducida escuela, y, además, un camposanto.
En ellos tienen su nacimiento tres grandes ríos, el Bermejo, el Pilcomayo y el Guapay, que bañan las campañas que están sitas á la falda, por una y otra parte de ambos montes, y de allí, atravesando un casi inmenso espacio de tierra, desembocan en el río Paraguay.
Palabra del Dia
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