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Una vez me la recomendó como persona de responsabilidad y amiga suya; pero ¿qué había en esto de particular ni de sospechoso, sobre todo después de haber observado que los informes eran exactos, porque la marquesa ha ido cumpliendo fielmente todos sus compromisos conmigo? ¿Qué me tocaba a hacer, aun después de descubierto el potaje, sino mostrarme ignorante con la marquesa y seguir tratando con ella siempre que lo ha necesitado, por respeto al señor de Guzmán, a quien tampoco he dicho una palabra?

Hacía buen tiempo, tocaba casi el sol ya el horizonte, algunos celajes diseminados proyectaban sombras en las amarillas mieses de la llanura y leves humaredas se desprendían á trechos en los pueblecillos. Los tres condes estaban de buen humor. Hasta entonces sus inmensos dominios no habían tenido exactos linderos en la montaña.

Aunque tenía mucho gusto en ir a las tertulias de Milagros, la rutina de adular a su marido inspirábale conceptos algo contrarios a la verdad; pero bien se lo pueden perdonar en gracia de los juicios maravillosamente exactos que hacía sobre cosas y personas observadas por ella en los salones de Tellería. «Hijito, si no vuelves, yo no voy más allá.

Algunas tradiciones particulares hay entre los Christianos, que tuvieron su principio en algun hecho verdadero, despues tan desfigurado con las añadiduras del Pueblo y con la vehemencia de Escritores poco exâctos, que ya no parecen sino fábulas.

Entre estas últimas la más íntima y asidua fue Lucía Población, aquella joven rubia que D. Manuel de Rivera saludó en el Prado llevando a Miguel en su compañía. Los pormenores biográficos que había dado a su sobrino eran exactos. Lucía no tenía fortuna; vivía atenida a una pensión que el Estado le pagaba por haber sido su padre regente de la Audiencia de Puerto Rico.

Núñez alzó los hombros con indiferencia, se quedó unos instantes silencioso y pensativo, y al cabo poniéndose en pie para irse repuso en voz baja: ¡La envidia...! La envidia, querido Tristán, es un sentimiento tan constante en el corazón del hombre que aun los juicios más exactos, más imparciales acerca de nuestros contemporáneos cuando no les son absolutamente favorables se atribuyen a envidia.

Sin embargo, para ser exactos, diremos que en este Gabinete tienen sus clases los treinta ó cuarenta alumnos de ampliacion y por cierto bajo la direccion de un catedrático que cumple bastante con su deber, pero, procediendo la mayor parte de estos del Ateneo de los jesuitas donde la ciencia se enseña prácticamente en el gabinete mismo, su utilidad no resulta grande como lo sería si se aprovechasen de él los doscientos cincuenta que pagan su matrícula, compran su libro, estudian y emplean un año para despues no saber nada.

Señores dijo el notario interrumpiéndose, ya es muy tarde y yo tengo la costumbre de madrugar; si me lo permiten ustedes, dejaremos para pasado mañana la conclusión de mi relato. El miércoles siguiente, era día de función en la Opera, y nos encontrábamos todos en la orquesta, exactos a la cita, y el notario no llegaba.

Los informes de la señorita de La Treillade sobre la boda de Fabrice, aunque tan maliciosos en la forma, eran bastante exactos en cuanto al fondo, y nos dispensan de entrar en más detalles acerca del particular.

Los puntos históricos, filosóficos, y críticos, de que están adornados los discursos, piden verse en las fuentes para usar de ellos con fundamento, ya porque alguna vez no son del todo exâctos, ya tambien porque desquiciados de su lugar y trasladados á otro, no pueden hacer buena composicion sino con el orden, método, y fines con que los propusieron sus primitivos Autores.