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Actualizado: 23 de junio de 2025


Las palabras de Guillermina resonaban en su alma con el acento de esas verdades eternas contra las cuales nada pueden las argucias humanas. «Después añadió la santa , el pobre hombre ha tenido que valerse de mil arbitrios no muy limpios para poder vivir, porque es preciso vivir... Hay que ser indulgente con la miseria, y otorgarle un poquitín de licencia para el mal».

Pepito aprendió de sus labios algunas cosas que son verdades eternas; otras que en su tiempo lo fueron, y muchas que no lo han sido nunca; mas todas, al parecer, sujetas y enlazadas por maravilloso espíritu de unidad.

Hágole, pues, gracia de mis reflexiones, y le invito á que me siga á la iglesia y á las ruinas del convento, donde todo hablará aún más alto y más claro el severo lenguaje de aquellas verdades eternas: Verumtamen, universa vanitas..... Verumtamen, in imagine pertransit homo. La iglesia se reduce á una nave gótica, larga y altísima, digna de una catedral de primer orden.

Yo tengo la seguridad de que cuando Valleumbroso compone sus poesías el acceso creador se manifiesta siempre en él instantáneo, inconsciente y con intermitencias. ¿Verdad, amigo Valleumbroso? ¿verdad que padece usted intermitencias? ¡Oh, muchísimas! No era posible otra cosa. La ciencia sólo consiste en descubrir las leyes eternas de la naturaleza.

Supo aquél que un cristiano había sido castigado con el rigor que he dicho, y parecióle tan bien esta justicia, que instantáneamente suplicó se usase con él de semejante castigo, porque yo, dijo, soy reo del mismo pecado; y la india, habiendo caído secretísimamente en una fragilidad, no paró hasta que con gran sentimiento manifestó su culpa á los Regidores, pidiéndoles con muchos ruegos y súplicas se ejecutase en ella el público castigo, afirmando que le movía á hacer esto la ofensa cometida contra Dios, y el no haber seguido los ejemplos de tantos que habían resistido al incentivo de la carne con la consideración de la presencia de Dios que en todas partes asiste, con la memoria de las penas eternas del infierno y con los otros medios que les han enseñado los Padres.

Creíamos terminada para siempre la guerra; era un monstruo de los tiempos remotos que nunca podía resucitar; y ahora la guerra surge cuando menos lo esperábamos y nadie sabe cuándo acabará. ¿Viviremos esclavos eternamente de nuestra barbarie original, sin que haya educación capaz de modificarnos?... ¿Será una mentira el progreso?... ¿Estaremos condenados á dar eternas vueltas, lo mismo que una rueda, sin salir jamás del mismo círculo?...

Conservo íntegras las creencias en que fuí criado; guardo incólume la fe de mis padres, y ella ha sido para , en mis horas negras, en mis días tristes, fuente de consuelo, faro salvador; ella alivió mis dolores y restañó siempre las heridas más hondas de mi corazón con el bálsamo de las eternas esperanzas.

No tardará mucho tiempo en ver caer mis blancos cabellos sobre ti Cuando vengas a visitarme, apoyándote en los troncos de las hayas tus eternas compañeras. Entonces, contemplándote de nuevo, reflexionaré todo lo pasajero de esta vida. Comparándola con tus gotas que convertidas en olas Mueren en el mar después de haber corrido alegres el camino Cubierto de flores unas veces, de espinas otras.

Prepararse a la muerte es, en el lenguaje católico, ponerse en estado de gracia, esto es, zanjar sus cuentas en la tierra, haciendo el bien y deshaciendo el mal, en cuanto a nuestro alcance esté, tanto en el orden de las cosas eternas, como en el de las temporales, y granjear así, con la oración y el arrepentimiento, la clemencia de Dios en favor de nuestras almas.

No te envidio el poder ni la grandeza, ni el nombre que á grabar vas en la historia, ni el ardiente placer de la victoria, ni el laurel con que ciñes tu cabeza; no te envidio el placer, ni la riqueza, ni las horas de triunfos y de gloria, que eternas deben ser en tu memoria si han de aliviar tus horas de tristeza.

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