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Actualizado: 2 de junio de 2025
¿Recuerda usted alguna fecha saliente en la historia de su amistad con ella? ¿Sucedió algo entre ustedes el 12 de agosto? Roberto Vérod se pasó una mano por los ojos antes de contestar, y luego dijo en voz baja: Sí. Estuvimos juntos. La acompañé a la montaña. ¿Qué le dijo usted? Nada. Había otras personas con nosotros. Yo hablé poco, y además, si hubiéramos estado solos, no le habría dicho nada.
Pagaron bien esta maldad, pues estuvimos catorce dias en el pueblo para saber donde se habian retirado: y averiguado que estaban en un bosque, aunque no todos, fuimos contra ellos, matamos muchos, y cautivamos los demas, los cuales nos informaron de la naturaleza y costumbres de esta provincia y sus indios. De los pueblos Maigenos y Carcokies.
De allí llegamos al monte llamado San Fernando, semejante al que llaman Bogemberg , y dimos con los indios Payaguás, á 12 leguas de Itatin: recibiéronnos de paz, aunque fingida como se conoció despues, llevándonos á sus casas, y nos regalaron con pescados, carnes, algarrobas, ó Pan de Juan; así estuvimos nueve dias.
»Sucedió, pues, que, así como yo me mostré y mis compañeros, todos los demás escondidos que nos vieron se vinieron llegando a nosotros. Esto era ya a tiempo que la ciudad estaba ya cerrada, y por toda aquella campaña ninguna persona parecía. Como estuvimos juntos, dudamos si sería mejor ir primero por Zoraida, o rendir primero a los moros bagarinos que bogaban el remo en la barca.
No sé si Luciana lo echó de ver. No es pedir a usted mucho me dijo. Siéntese... a mi lado... unos minutos. ¡Al lado de usted! exclamé con una admiración irónica. En verdad, me colma usted de bondades... ¿Qué pasa, pues? Pero había ya cedido a la atracción de sus hermosos ojos y sentádome a su lado. Durante un rato estuvimos callados. Hable usted me dijo por fin.
Andan todos desnudos hombres y mugeres: tienen guerra con los Macurendas. Habia cinco dias que estaban al rio á pescar, y á hacer guerra á sus enemigos, porque ellos viven 20 leguas de tierra adentro, por no ser sorprendidos: andan al modo de nuestros ladrones. Tienen 2,000 indios de guerra; y por tener poco bastimento solo estuvimos un dia con ellos.
Son tan altos, y las indias, que no los ví semejantes en todas aquellas provincias, y no comen mas que caza y pesca. Las indias andan cubiertas de la cintura abajo: estan treinta leguas de los Sococies: estuvimos un dia con ellos, y desde aquí se volvieron los Sococies en sus canoas á sus pueblos.
Había ya ella, durante el tiempo que estuvimos en Perrieres, y sin que yo lo supiese, pedido al señor cura que no la dejase morir sin darle todos los sacramentos; el buen sacerdote aprovechose entonces de lo que ella volvía a repetirle, y después de haberle hecho entender todas las virtudes que contiene el último sacramento, fuese a buscar lo necesario para el caso y le administró la Extremaunción que ella recibió con gran fe y angelical piedad; pidió que no se dijese una palabra a su marido, que afortunadamente se encontraba fuera en aquel momento.
Sí, señora: Gabriel y yo estábamos en mi cuarto leyendo unos libros de aritmética, y él me enseñaba a encontrar la quinta parte por un medio nuevo; y como ayer cuando estuvimos viendo dar vueltas a la noria, yo aposté a que no podía ser tal cosa, vino hoy a demostrármelo. ¿Conque estuvieron ustedes ayer tarde en la noria? Sí, señora; dando vueltas a la noria... quiero decir, viendo.
Y todos sin hablar, mirándonos con el ceño fruncido. ¿Qué iba a hacer? ¿Qué iba a decir? Preciso es que piensen un momento en esto. La enferma, por su parte, arrancaba a veces sus ojos de los míos, y recorría con dura inquietud los rostros presentes uno tras otro, sin reconocerlos, para dejar caer otra vez su mirada sobre mí, confiada en profunda felicidad. ¿Qué tiempo estuvimos así?
Palabra del Dia
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