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Actualizado: 6 de julio de 2025
Dijo, pues, Saúl a David: Con la otra serás mi yerno hoy. 22 Y mandó Saúl a sus criados: Hablad en secreto a David, diciéndole: He aquí, el rey te ama, y todos sus criados te quieren bien; sé, pues, yerno del rey. 23 Y los criados de Saúl hablaron estas palabras a los oídos de David. Y David dijo: ¿Os parece a vosotros que es poco ser yerno del rey, siendo yo un hombre pobre y de ninguna estima?
Sin embargo, había una situación peor aún; la que le esperaba cuando el vil secreto se descubriera; así es que el deseo que siempre triunfaba en él de todos los demás, era alejar al desgraciado día en que tendría que soportar las consecuencias del resentimiento violento de su padre por la herida causada al orgullo de su familia, en la que tendría que renunciar quizás a aquel bienestar y a aquella dignidad hereditaria que, al fin y al cabo, era una razón para vivir, llevando consigo la incertidumbre de que estaba proscripto para siempre de la vista y de la estima de Nancy Lammeter.
Oiga la verdad que imprime en estas líneas un oscuro y pobre escritor, que no tiene en el mundo otro caudal, ni otra esperanza, ni otro consuelo, que la religion de su penoso y elevado oficio; oficio que él estima tanto como D. José Salamanca su fausto y sus millones. Oiga una vez la leccion severa de la moral, quien ha recibido tantas veces las caricias aduladoras de la fortuna.
Solicitó la absoluta, y se cortó para siempre los bigotes, que conservó en una especie de joyero, con la siguiente inscripción: Mis bigotes de la Guardia Real. Sus subordinados todos, oficiales y soldados, sentían por él gran estima, pero también gran terror.
Es de suponerse que un viejo guerrero estima, antes que todo, el sangriento laurel para sus sienes; pero aquí se daba el ejemplo de un soldado que participaba de las preferencias de una joven muchacha hacia las bellas producciones de Flora.
Don Sancho, hijo de don Jaime de Aragón y hermano de la reina de Castilla, estima en más su título de caudillo que la mitra de Toledo, y al ver que los moros avanzan, sale a su encuentro en los campos de Marios, se mete en lo más fuerte del combate y cae muerto por la morisma, que le corta las manos y pone su cabeza en una pica.
Otras veces creían hallarse junto a las Indias, y una estima más exacta de las leguas corridas les hacía ver con terror que estaban aún en mitad del camino, con las provisiones agotadas, y lo que era más horrible, con sólo unos barriles de agua. Los hombres querían matar, enloquecidos por la sed; las mujeres, de rodillas, enseñaban a sus pequeñuelos, pidiendo por caridad unas gotas de líquido.
No se me ocurre ni una palabra de consejo que darle. Mejor que yo sabe usted qué azar se corre en este partido... El que usted tome será el único razonable: la estima que yo le doy y la amistad que usted me profesa no permiten dudarlo. Me separé de ella desconcertado y renuncié, desde luego, a ciertos extremos que nos separarían para siempre cuando ninguno de los dos lo deseaba.
Se reconocía fatigado, melancólico, viejo, poco ameno, mal vestido, nada elegante, y a cada paso veía hombres cuyas prendas de entendimiento, cuyo valer moral, cuya alma, en suma, le parecían muy inferiores a lo que en su ser propio notaba y estimaba; pero que eran, al mismo tiempo, tan superiores a él en todo lo que más fácilmente se nota y se estima, como, por ejemplo, distinción y soltura en los modales, juventud, hermosura física, salud y brío, amenidad y alegría en el trato, ligereza y gracia en la conversación, que miraba como prodigio inexplicable que su mujer no gustase, más que de él, de cualquiera de dichos hombres.
Y asi le dixe á Delio: no se estima, Señor, del vulgo vano el que te sigue Y al arbol sacro del laurel se arrima. La envidia y la ignorancia le persigue, Y asi envidiado siempre y perseguido El bien que espera, por jamas consigue. Yo corté con mi ingenio aquel vestido, Con que al mundo la hermosa Galatea Salió para librarse del olvido.
Palabra del Dia
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