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El sentido estético no es el mismo. La belleza cambia. Tenemos otra sintaxis, otra analogía, otra dialéctica, hasta otra ortología, ¿cómo hemos de encontrar el mismo placer en las obras viejas que en las nuevas? Los jóvenes que admiten sin regateos las innovaciones de la estética son más humanos que los viejos.

Pero es necesario protestar contra esa absurda suposición de que sólo los sucesos corrientes y ordinarios deben entrar en la novela. Por el contrario, en la vida surgen en raras ocasiones caracteres y fenómenos de tal valor estético que su reproducción en el arte no sólo es conveniente, sino necesaria. En este punto es curioso lo que me ha sucedido y lo que presumo sucederá á todos los novelistas.

No sabemos lo que los salones de Requena ganaron en su aspecto moral con la marcha de María Estuardo; pero podemos afirmar que perdieron mucho en el estético. Porque, a la verdad, estaba lindísima. El baile tocaba a su fin. Comenzaron los preparativos para el gran cotillón. La muchedumbre se había aclarado un poco.

Así es que hay pocos manuscritos latinos y casi todos de asuntos militares. Es de lamentar que entre tanto manuscrito del largo, del milenario período greco-latino, apenas se haya descubierto nada que tenga valor estético, salvo el pedazo del coro de Orestes, con su música.

El gusto estético de la india rica ya lo han visto ustedes.

Del Arte nuevo de hacer comedias, defensa tímida de su teatro en la que no sale aún del terreno de pedir perdón por sus muchas faltas, dice así el señor Menéndez y Pelayo, en el tomo III de la Historia de las ideas estéticas, y en tales palabras puede darse por resumido el problema de la posición de Lope en esta cuestión, sobre todo antes de los años de su vejez: "El Arte nuevo de hacer comedias de Lope de Vega, tan traído y llevado por los críticos, hasta el extremo de haberse convertido algunos de sus versos en proverbios, ha parecido a muchos una especie de enigma o acertijo, siendo, como es, su sentido claro y llano para todo el que no le considere aisladamente sino poniéndole en relación con las demás obras de su autor y con el sentido estético que predomina en ellas.

La monja que más empeñadamente abogaba porque se las dejase zarandearse un ratito era Sor Marcela, que por su cojera y su facha parecía incapaz de apreciar el sentimiento estético de la danza.

; yo me acuerdo haber visto Usarse un año a los pechos, Y otro año a los tobillos; Y esto no es mucho, que en fin, Consistía en los vestidos. ¿Qué se propondrá la moda, es decir, el diablo, al descentrar el talle de su sitio natural? De sacrilegio estético puede calificarse esta trasformación de las líneas que el Divino Arquitecto en su concepción soberana dió al cuerpo femenino.

Pero al tomar todo esto como elementos de su arte, no conviene a mi ver, que se empeñe en ser didáctico, porque se expondrá a enseñar menos y peor que lo que enseña el más pobre de los manuales y a faltar a su vocación de artista, sin crear la belleza y sin producir el deleite estético por el vano empeño de patentizar y divulgar inauditas verdades.

Vino después el polisón, ese promontorio colocado donde la espalda cambia de nombre, aditamento fantástico, incómodo, grotesco, ocurrencia, en fin, del mismo demonio, pero que también pareció muy natural, muy lógico y muy estético en su época. Y, sin duda, tanto el miriñaque como el polisón tuvieron en su tiempo algo que los hacía atractivos y graciosos, algo seductor, insinuante, cautivador.