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Actualizado: 9 de junio de 2025
Es un error... Lautrec no estaba en casa... No hice más que dejarle un recado... Un recado... ¿de quién? Luciana vaciló. Tenía que pedirle una cosa... ¿Y estaba usted obligada a ir sola a pedírsela? Hice mal... muy mal... Pero juro a usted por mi salvación eterna que Lautrec no estaba en casa y que no lo vi. Sin embargo, usted entró... ¿para esperarlo?
Cuánta razón teníamos en esperarlo a usted con impaciencia suspiró la señora d'Ornay; no hay como usted para pronunciar palabras lisonjeras.
Su primera intención era alquilar allí un caballo que lo llevaría inmediatamente a su casa; porque lo que era hacer cierto número de millas a pie, sin un fusil en la mano, y a lo largo de un camino público, no había que esperarlo de su parte como de la de ningún otro joven fogoso de su especie.
Le bastaba con leer el comunicado oficial, y este documento sabía esperarlo sin impaciencia, presintiendo que, poco más ó menos, diría lo mismo que el anterior. La fiebre de los primeros meses, con sus ilusiones y optimismos, le parecía ahora algo quimérico. Los que no estaban en la guerra habían vuelto poco á poco á las ocupaciones habituales.
Si yo erraba el golpe, como sucedía casi siempre, él me le enmendaba, si no se le había anticipado la espingarda de Chorcos desde donde menos podíamos esperarlo; y notaba yo, en el primer caso, cierta complacencia maliciosa en la mirada que me dirigía, mientras pataleaba la víctima en el suelo o descendía de los aires dando tumbos, como si quisiera decirme: «¿Vey usté cómo no val un pitu esa escopeta, con ser tan maja como es?» Pero Chisco se engañaba grandemente, porque el arma era inmejorable, y las municiones muy dignas de ella.
Yo me he adelantado a esperarlo. Al oír estas palabras, y ante el aplomo con que fueron dichas, experimentó Guruceta una conmoción extraña, y decididamente temió tener que habérselas con un alma de la otra vida. Que no se moleste en venir fray Venancio dijo tartamudeando . Es posible que, con tanto asunto como tengo en esta cabeza, haya olvidado que me dió dinero.
El arte vive, y vive tan sólo de sí mismo en nuestra sociedad indiferente, aturdida, ávida siempre de sensaciones y embotada para los sentimientos. Nada puede el arte esperar de ella: ella, por el contrario, debe esperarlo todo de él.
Después de esperarlo largo tiempo, llega al cabo en ademán pacífico, en compañía de una dama, cubierta también con un velo, y declara que está pronto á defender la inocencia de Rocamira contra cualquiera que la ofenda ó dude de ella.
Lo que es yo quiero esperarlo, lo espero y desisto de hacer nuevas observaciones y de presentar otras dificultades y dudas, porque entonces sería mi artículo el cuento de nunca acabar; pero, a fin de determinar mi esperanza, fijándola, arraigándola, cimentándola y no dejándola en el aire para que el aire se la lleve, voy a poner aquí las principales conclusiones que yo saco de todo, ora sean favorables, ora adversas a la tesis del Sr.
Así pues, vino en lo que doña Guiomar quería sin quererlo, más por miramiento a su recato que por voluntad, y habiendo ella llamado a Florela, él se fue con ella, dejando a doña Guiomar confusa y sobresaltada con aquella aventura, que tan sin esperarlo ella la había llevado la ventura de sus amores, o tal vez el principio de otras más grandes y más dolorosas desventuras.
Palabra del Dia
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